A pesar de su papel como base de nuestra economía y de ser los principales proveedores de nuestra comida, la mayoría enfrenta condiciones laborales precarias. La falta de servicios, educación y representación política sigue afectando su calidad de vida y desarrollo.
El Día Nacional del Campesino, celebrado el primer domingo de junio, es más que una conmemoración: es una oportunidad para volver la mirada al campo colombiano, reconocer la labor silenciosa que sostiene la seguridad alimentaria del país y reflexionar sobre las deudas históricas que aún persisten con esta población.
Corazón productivo del país
Según datos recientes del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), en 2023, 14,6 millones de colombianos se identificaron como campesinos, representando aproximadamente el 28,2 % de la población nacional. Esta cifra refleja un aumento del 1,8 % respecto al año anterior, evidenciando la persistencia y relevancia de esta población en el tejido social y económico del país.
De acuerdo con ese mismo censo realizado por el DANE, solo 6,4 millones de campesinos tienen empleo, lo que representa aproximadamente el 43,8 % del total de esta población. Esta realidad subraya la necesidad de políticas públicas que fortalezcan el empleo y las condiciones laborales en el campo colombiano.
Desafíos persistentes
A pesar de su papel fundamental, el campesinado colombiano enfrenta múltiples desafíos. La falta de acceso a servicios básicos, educación, salud y tecnología limita su capacidad de desarrollo y bienestar. Además, la informalidad laboral y la escasa representación en la toma de decisiones políticas agravan su situación.
El reconocimiento del campesinado como actor clave en la economía y la sociedad colombiana es esencial para avanzar hacia un desarrollo rural equitativo y sostenible. Esto implica no solo la implementación de políticas públicas efectivas, sino también la promoción de la participación activa de los campesinos en la toma de decisiones que afectan sus vidas y territorios.
En este contexto, es fundamental fortalecer las organizaciones campesinas, promover el acceso a la tierra y a recursos productivos, y garantizar condiciones laborales dignas. Solo así se podrá construir un país más justo, donde el campesinado sea reconocido y valorado como las raíces vivas de nuestra seguridad alimentaria y desarrollo nacional.