Miles de familias campesinas en Colombia podrían acceder a una novilla preñada gracias al programa ‘Una Vaca por la Paz’, iniciativa de Fundagán que apuesta por el desarrollo rural y el empoderamiento bajo un modelo de responsabilidad compartida. Conozca quiénes pueden ser beneficiarios, los desafíos que enfrentan y lo que se espera de ellos.
El programa ‘Una Vaca por la Paz’ busca beneficiar a 2.000 familias rurales en Colombia mediante la entrega de novillas preñadas a personas con perfiles específicos que cumplen con ciertos requisitos técnicos, sociales y económicos.
Los beneficiarios no son grandes ganaderos ni medianos productores. Son, en su mayoría, campesinos de bajos ingresos, víctimas del conflicto armado, mujeres cabeza de hogar y comunidades que han resistido en el abandono, muchas veces sin servicios básicos, pero con una dignidad férrea.
Para Nataly Delgado, directora ejecutiva de Fundagán, los perfiles seleccionados tienen algo en común: “Hoy las familias rurales nos han demostrado la importancia de la vaca para sus familias”.
Es por eso que desde Fundagán se aseguran que los futuros beneficiarios cumplan con los requisitos mínimos que permitan proteger la inversión que realizan. (Lea en CONtexto ganadero: “Nunca pensé que una vaca me fuera a cambiar tanto la vida": historia de una madre campesina en Meta)
“Muchos con la venta de la leche han superado diferentes problemáticas y con ingenio y emprendimiento, nos demuestran el valor que le dan a la inversión que hemos realizado”, aseguró Delgado.
Para Fundagán es fundamental que los beneficiarios tengan clara las exigencias, con algunas flexibilidades en pocas ocasiones. En palabras de Delgado, “en algunos casos en las visitas de inspección a los predios, encontramos familias con dificultades en la tenencia de la tierra, pero hemos tenido muy buenas experiencias porque, a pesar de esta limitación, hay ejemplos en los que las familias han logrado multiplicar los animales”.
¿Cómo ser beneficiario?
Los requisitos buscan garantizar que la inversión tenga un impacto real y sostenible. Se exige ser mayor de edad, tener un núcleo familiar, ingresos menores a dos salarios mínimos y derivar la mayoría de ellos de actividades agropecuarias.
También es necesario tener conocimiento en prácticas ganaderas y demostrar algún vínculo con el manejo bovino.
El terreno debe estar en propiedad o bajo sana posesión, y con entre 1 y 10 hectáreas, sin ser un asentamiento irregular. Si el postulante ya tiene ganado, este no puede superar las cinco cabezas.
Pero no basta con cumplir, también hay que comprometerse. Los beneficiarios deberán cuidar la novilla, recibir asistencia técnica durante dos años, asistir a capacitaciones y, quizás lo más importante, entregar la primera cría del animal al programa, permitiendo que otro campesino también se beneficie.
La vaca es una inversión compartida. Esa es la lógica detrás del modelo de ‘cadena de solidaridad’ que impulsa Fundagán, una responsabilidad compartida en la que el beneficiario cuida del animal, lo multiplica y, al entregar la primera cría, se convierte en eslabón del mismo proceso que lo ayudó.
Este ciclo ha probado ser efectivo. Según Delgado, “aunque el programa tiene unas exigencias, también se ha tenido la oportunidad de flexibilizarlo debido a que existen muchas dificultades frente a la tenencia de la tierra y condiciones que con ingenio y mucha responsabilidad, las familias han respondido para garantizar que la vaca cumpla un ciclo de vida y de multiplicación en el tiempo”.
¿Y las asociaciones rurales?
Las cooperativas, asociaciones campesinas y colegios agroindustriales también pueden postularse. En estos casos, se requiere una base de al menos 10 familias asociadas, con experiencia en ganadería y un máximo de 20 semovientes. Además, deben entregar documentos legales como certificado de existencia y representación legal, RUT y documentación del representante.
El compromiso es colectivo, pero el impacto puede ser aún mayor. Cuando una comunidad entera se articula alrededor de una vaca, se promueve no solo el desarrollo productivo, sino también el fortalecimiento del tejido social.
Las vacas entregadas no solo producirán leche, sino que también confianza, seguridad económica y nuevas oportunidades. (Lea en CONtexto ganadero: Una vaca ayudará a rehabilitar niños en San Gil)
Las inscripciones para ser beneficiario abren a finales de este año, cuando se realice la V Cena Gourmet el 6 de noviembre de 2025, que busca recaudar 2.000 vacas.
Finalmente, Una Vaca por la Paz no solo entrega animales, entrega herramientas para que las familias rurales colombianas demuestren que con tierra, trabajo y oportunidad, pueden cambiar su destino.
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