Ambos países reportan una caída significativa en sus hatos bovinos. En el país del Cono Sur, la sequía golpea con fuerza la base productiva, mientras que en el norteamericano, el consumo se orienta hacia otras carnes. ¿Qué implicaciones tiene esto para el mercado internacional?
La reciente campaña de vacunación contra la fiebre aftosa en Argentina confirmó un dato preocupante: el rodeo bovino sigue cayendo.
Según el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria de Argentina (Senasa) y el Mercado Ganadero de Rosario (Rosgan), se vacunaron 49,4 millones de bovinos, un 2,4 % menos que el año anterior.
El golpe más fuerte lo recibió la base del sistema: las hembras reproductoras. Solo en el último año, se perdieron 825 mil vientres (vacas y vaquillonas). (Lea en CONtexto ganadero: Producción y exportaciones de carne argentina caerían en 2024)
Este fenómeno no es nuevo, pero sí creciente. Desde 2022, el stock de vacas disminuyó en 1,2 millones, mientras que las vaquillonas vienen en baja desde 2021, con una pérdida acumulada de casi un millón de cabezas. Sin vientres, la capacidad de mantener la producción se debilita.
Juan Gonzalo Botero, expresidente de Aexgan y exviceministro de Agricultura, advirtió para CONtexto ganadero que “en Argentina, fundamentalmente la reducción del hato ganadero se da por sequía. Hay una reducción importante en el inventario de vacas y novillas, lo que muy seguramente también generará una disminución del inventario el próximo año”.
La caída de vientres no es el único dato que alarma. El país del Cono Sur registró una baja de 348 mil novillos y novillitos, mientras que el número de terneros no crece: se mantiene en torno a los 14,5 millones de cabezas. Esta parálisis complica aún más el panorama para 2026.
EE. UU.: menos bovinos, más cerdo
El informe de julio de la Secretaría de Agricultura de Estados Unidos (USDA por sus siglas en inglés) confirmó que el hato bovino de EE. UU. también se contrae.
La baja fue del 1,3 % con respecto a 2024, lo que deja al país con 94,2 millones de cabezas. Aunque el descenso fue menor al esperado, el dato no es alentador: se trata del nivel más bajo de vacas y terneros en décadas.
El ganado de engorde bajó a 28,7 millones, un 1,2 % menos que el año anterior y la cifra más baja en julio en más de 30 años. Las razones son múltiples, pero dos factores sobresalen: la sequía y el comportamiento del mercado.
“En EE. UU. también un tema de sequías, unido a un aumento en el precio de la carne, ha generado una ganancia en la producción y consumo de carne de cerdo”, señaló Botero. (Lea en CONtexto ganadero: EE. UU. cierra importaciones de ganado de México por plaga mortal)
Y añadió: “El cerdo entra a ser un sustituto importante en el mercado de carne americana. Los norteamericanos empiezan a consumir más cerdo y dependerá también de la dinámica de los precios a futuro de la carne de res”.
Este giro en el consumo representa un cambio estructural. Con menos ganado disponible y precios elevados, el consumidor estadounidense opta por alternativas más económicas. La carne de cerdo gana terreno, y eso podría tener un impacto en los precios y volúmenes del comercio internacional de res.
Oportunidad para Colombia
Mientras Argentina y EE. UU. ajustan sus hatos, Colombia fortalece su posición. Las exportaciones ganaderas alcanzaron USD 196 millones hasta mayo, según cifras oficiales, lo que marca un semestre sólido.
“Colombia con el buen comportamiento de sus exportaciones en este semestre [...] no debería tener dificultades y debería por el contrario fortalecer su posición en los mercados extranjeros”, dijo Botero.
El crecimiento de la ganadería colombiana y la consolidación de sus destinos internacionales contrastan con la caída en los dos gigantes del hemisferio. Si el país logra sostener sus volúmenes y calidad, podría ganar protagonismo.