Las intensas lluvias han convertido los campos ganaderos del Beni en lagos improvisados. Con más de 200.000 reses en riesgo, la crisis climática se traduce en una emergencia sanitaria y económica para los productores.
En el Beni, una de las regiones ganaderas más importantes de Bolivia, el paisaje cambió en cuestión de días. Lo que antes eran extensas praderas verdes, hoy son enormes planicies inundadas.
Las vacas, que solían pastar sin dificultad, ahora nadan desesperadas o se amontonan en las pocas zonas altas que aún no han sido cubiertas por el agua. (Lea en CONtexto ganadero: Perdió más de 100 millones de pesos por una inundación, pero no se rindió: así resurgió esta productora)
El desbordamiento del río Mamoré, agravado por lluvias cada vez más intensas y erráticas, ha dejado una estampa preocupante: animales exhaustos, vaqueros abriéndose paso a pie por el agua y comunidades desplazadas.
De acuerdo con reportes preliminares, al menos 200.000 cabezas de ganado están en peligro. Y aunque las cifras humanas también son graves —con más de 590.000 familias afectadas y al menos 55 muertos—, la situación del ganado está generando alarma en todo el país.
José Arturo Martínez Herrera, médico veterinario zootecnista en Colombia, compartió su preocupación sobre la situación en ese país y lo que vendrá después del desastre.
"Las afectaciones que sufre el ganado por las inundaciones prolongadas, en donde los pastos y otros cultivos están bajo el agua, no permite alimentarlos; causando gran estrés, pérdida de energía y por consiguiente pérdida de peso corporal", explicó.
El impacto no se limita a lo físico. Martínez, con experiencia en situaciones similares ocurridas en Colombia —en regiones como La Mojana y el Valle de Ubaté—, asegura que los animales también enfrentan una caída en sus defensas.
"Igualmente causa baja de inmunidad, los bovinos son propensos a enfermedades respiratorias de origen bacteriano y viral como neumonía, bronquitis, influenza", dijo.
Y esto, en medio del caos y la falta de atención médica veterinaria inmediata, aumenta la mortalidad.
La pérdida de peso en los animales, aunque evidente, no es el único indicador de afectación. Las vacas sufren también otras complicaciones como diarreas, cojeras, mastitis y abortos. Esto, además del sufrimiento animal, representa un golpe directo a la producción. (Lea en CONtexto ganadero: Qué hacer para prevenir inundaciones en las fincas )
"El sufrimiento de seres humanos y animales es muy devastador, en algunos casos mortales", expresó Martínez. Pero hay un componente que también preocupa al sector: el económico.
El Beni no solo abastece el mercado interno. También exporta carne a países como China, un comercio que podría verse interrumpido si no se controla pronto la situación sanitaria del ganado. Las enfermedades mencionadas no solo afectan la producción en el corto plazo, sino que pueden tener consecuencias duraderas si no se mitigan a tiempo.
Lo ocurrido en Bolivia no es un hecho aislado. Es parte de una tendencia que se repite en varias zonas ganaderas del continente.
"Eso nos recuerda las inundaciones que sufren continuamente nuestros ganaderos de La Mojana", apuntó Martínez.