La inseguridad crece sin freno en las zonas rurales de estas dos regiones, donde los productores enfrentan una amenaza constante por delitos como el abigeato, la extorsión y el hurto. Un informe reciente reveló cómo estos crímenes están desestabilizando la economía agropecuaria y sembrando el miedo en veredas claves para el desarrollo ganadero.
Durante el primer ciclo de vacunación contra fiebre aftosa y brucelosis bovina de 2025, un informe de los Frentes Solidarios de Seguridad y Paz destapó una cruda realidad que viven los ganaderos del Huila y Alto Magdalena: 674 incidentes delictivos fueron reportados en estas dos regiones, afectando gravemente la actividad ganadera.
Hurtos, abigeato, carneo y extorsiones dominan el panorama rural, amenazando la estabilidad económica y social del campo colombiano. (Lea en CONtexto ganadero: ¡La delincuencia arrasa con el campo! Ganaderos indefensos prefieren callar por miedo)
El informe, expuesto por Fernando Murillo, reveló que los delitos de mayor impacto sobre los productores rurales son el hurto y el abigeato. En Huila, se registraron 329 casos de hurto, 149 de extorsión, 92 de abigeato y 75 de carneo.
En el Alto Magdalena, aunque las cifras totales son menores, la situación no es menos alarmante, pues hay 4 hurtos y 4 abigeatos en zonas donde la ganadería representa el sustento principal de cientos de familias.
La violencia no se limita al robo de ganado, porque también se reportaron 14 secuestros, 4 invasiones de tierras y 3 incidentes clasificados como “otros delitos”. Estas cifras reflejan una creciente vulnerabilidad de los productores, cuyas tierras se han convertido en el blanco de estructuras criminales que operan con total impunidad.
Intranquilidad en Huila
La vereda San Antonio, en el municipio de Acevedo, lidera la lista negra de las zonas más afectadas. Con 95 delitos registrados, representa el 14 % del total departamental. La situación en esta comunidad es crítica porque el miedo ha desplazado a la tranquilidad, y los productores han comenzado a limitar sus actividades por temor a ser víctimas.
Otras veredas también mostraron cifras preocupantes, como La Manga, en Aipe, que sumó 27 casos por hurto. Río Frío, en Rivera, presentó un panorama mixto con 16 casos distribuidos entre abigeato, carneo, extorsión y hurto.
En Garzón, la vereda Majo reportó 11 casos, entre ellos uno por invasión de tierras. Las Vueltas, en Hobo, y Hondura, en Nátaga, completaron la lista de focos de inseguridad. (Lea en CONtexto ganadero: La trampa de las cifras que esconde la inseguridad rural en Cesar)
Fernando Murillo, líder de los Frentes Solidarios de Seguridad y Paz (FSSP), advirtió que estas cifras no pueden pasarse por alto, teniendo en cuenta que “el delito de mayor impacto sobre los ganaderos es el hurto a fincas. Es evidente la necesidad de reforzar la seguridad rural y garantizar condiciones mínimas para trabajar la tierra con dignidad”.
Esto quiere decir que, más allá de las estadísticas, está el drama humano debido a que las familias ganaderas, en su mayoría de pequeños y medianos productores, enfrentan pérdidas económicas que comprometen su sostenibilidad.
Frente a esta situación, la omisión institucional se convierte en una amenaza tan grande como los propios delincuentes.



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