El manejo del terreno requiere la integración de diagnósticos físicos, químicos y biológicos, prácticas de conservación desde la siembra y un monitoreo sistemático de indicadores. Especialistas de Agrosavia expusieron los criterios técnicos para optimizar este recurso y garantizar su funcionalidad productiva.
El suelo es un componente estratégico en los sistemas de producción de aguacate hass, no solo como soporte físico, sino como regulador de agua, nutrientes y biodiversidad microbiana.
El reto no es solo cultivar, sino entender y gestionar las condiciones edáficas que determinan la calidad, el rendimiento y la vida útil de las plantaciones. (Lea en CONtexto ganadero: Aguacate Hass rompe récords y consolida su trono en las exportaciones agrícolas)
De acuerdo con varios especialistas de Agrosavia, existen unos aspectos que son determinantes para el manejo y conservación del cultivo del aguacate como el reconocimiento del territorio, las prácticas de conservación y el monitoreo de indicadores.
En ese orden de ideas, Luis Carlos Grajales, investigador máster de Agrosavia, enfatizó que la fase de caracterización del terreno es determinante para planificar el manejo del cultivo. Esto incluye el análisis del relieve, la profundidad efectiva del suelo, su textura, estructura y drenaje, así como las condiciones climáticas de la región.
En sus palabras, “el conocimiento del entorno permite identificar áreas con mayor aptitud productiva y zonas con limitaciones que requieren manejo diferenciado. Además, facilita anticipar riesgos como la erosión o la pérdida de materia orgánica”.
Por otro lado, Lina Garavito, profesional de Apoyo a la investigación de Agrosavia, expuso que la conservación del suelo debe incorporarse desde el establecimiento del cultivo. Esto implica la adecuación del terreno mediante curvas a nivel o terrazas, el arreglo espacial de la siembra para optimizar la cobertura y la construcción de canales de drenaje para regular el exceso de humedad.
Según la profesional, “la finalidad es mantener la estabilidad estructural, prevenir la compactación y asegurar la disponibilidad de nutrientes. Cada práctica debe adaptarse a las características del predio y a las condiciones hidrológicas locales”.
A esto hay que añadirle que el monitoreo periódico es una herramienta clave para la toma de decisiones del cultivo del aguacate. (Lea en CONtexto ganadero: Qué se debe tener en cuenta para fertilizar y regar un cultivo de aguacate Hass)
Diana Correa, investigadora Ph. D. de Agrosavia, señaló que los indicadores de calidad del suelo incluyen propiedades físicas como densidad aparente y estabilidad de agregados, químicas como pH, materia orgánica y capacidad de intercambio catiónico y biológicas como biomasa microbiana y presencia de macrofauna.
Es por eso que la experta puntualizó que “algunos indicadores pueden evaluarse en campo, como la observación de erosión incipiente o la cobertura vegetal. Otros requieren análisis de laboratorio, que permiten un diagnóstico más preciso del estado del recurso”.
Gestión hídrica y biodiversidad
En cuanto al manejo del suelo en aguacate Hass, este debe estar articulado con la protección de fuentes hídricas y la conservación de la biodiversidad. Esto implica establecer franjas de protección en zonas aledañas a ríos y quebradas, manejar de manera controlada los canales de drenaje y fomentar coberturas vegetales permanentes para mejorar la infiltración y reducir la escorrentía.
Finalmente, la presencia de organismos edáficos como lombrices y microartrópodos se considera un indicador positivo de salud del suelo, contribuyendo a la aireación, la mineralización de nutrientes y la estabilidad de la estructura.