Ignorar el mantenimiento en sistemas de riego por goteo puede destruir la inversión inicial y reducir el rendimiento del cultivo. Con estas técnicas simples, que marcan la diferencia entre el éxito y el fracaso, usted prolongará la vida útil de sus equipos y protegerá su rentabilidad.

En el mundo agrícola, el riego por goteo se ha convertido en una herramienta clave para enfrentar el estrés hídrico, optimizar nutrientes y garantizar rendimientos estables.

Sin embargo, un descuido común está afectando su eficiencia en muchos campos: el mantenimiento deficiente. (Lea en CONtexto ganadero: Errores que se pueden cometer en un sistema de riego por goteo)

Este problema, muchas veces invisible al principio, termina manifestándose cuando ya es demasiado tarde: los emisores bajan su caudal, la presión se vuelve irregular y aparece la temida variabilidad en los cultivos. Germán González, gerente regional de Rivulis, firma líder en riego agrícola, lo explicó así:

“A veces, son los detalles que se pasan por alto los que terminan afectando la eficiencia de un sistema de riego. La evidencia técnica y los datos de campo lo demuestran: el mantenimiento no debe verse como una carga, sino como una forma inteligente de proteger y optimizar la inversión realizada”, advirtió.

9 puntos críticos

Basado en décadas de trabajo en campo, auditorías técnicas y la experiencia directa de agricultores, Rivulis ha identificado nueve prácticas esenciales para preservar la vida útil y el rendimiento de los sistemas de riego por goteo.

La primera es la filtración constante y rigurosa. Un filtro que no recibe mantenimiento termina obstruyendo emisores y deteriorando la eficiencia general. El más leve cambio en la presión diferencial puede anticipar un problema que afectará el cultivo semanas después.

Otra práctica subestimada es el control de la presión de operación. Cambios sutiles, tanto hacia arriba como hacia abajo, pueden indicar desde intrusión de raíces hasta fugas ocultas. El monitoreo del caudal también es crucial. Sin él, un descenso en el flujo puede pasar desapercibido hasta que ya se ha producido un daño irreversible.

El lavado de líneas debe hacerse con velocidad suficiente para arrastrar limo y algas. No basta con abrir las líneas: hay que alcanzar al menos 0,5 m/s en los ramales principales y 0,3 m/s en los laterales. Ignorar esto lleva a acumulaciones que acortan la vida útil del sistema.

El tratamiento químico tampoco debe improvisarse. Ácidos para sedimentos, cloro o peróxido para materia orgánica, hierro y bacterias deben aplicarse bajo protocolo, considerando la compatibilidad con materiales y siguiendo normas de seguridad.

González lo resumió así: “A menudo, es en los pequeños detalles donde se juega la diferencia entre un sistema eficiente y uno que pierde precisión. La información técnica lo respalda: el mantenimiento es una práctica estratégica para preservar el rendimiento del riego”.

No es un costo, es protección

Además de estas acciones, es clave evitar fugas desde el diseño preventivo, con sellos adecuados y protección contra ingreso de partículas al apagar el sistema. La fertirrigación también debe ser monitoreada: el uso de fertilizantes no solubles o inyecciones mal sincronizadas termina dañando emisores y afecta la entrega de nutrientes.

Otro aspecto crítico es el mantenimiento de la bomba y la fuente de agua. Una bomba mal calibrada o un reservorio lleno de algas arruina todo el sistema, sin importar lo avanzada que sea la tecnología de riego. (Lea en CONtexto ganadero: Conozca los componentes de un sistema de riego por goteo)

Por último, el manejo de salinidad se vuelve vital. Cada riego acumula sales en la zona radicular. Si no se aplican técnicas de lixiviación, esa acumulación puede terminar afectando seriamente el rendimiento. Y no hay margen para esperar a que eso ocurra. El mensaje final de los expertos: el mantenimiento no es opcional, es la base que sostiene todo el sistema.