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Colombianos consumen menos del 50% del calcio recomendado

12 de Mayo 2014

Las Encuestas de la Situación Nutricional, Ensin, reportaron déficit en el consumo de lácteos en Colombia, lo que lleva a que la ingesta del calcio cubra menos del 50 % del requerimiento diario.

El calcio es el mineral más abundante del cuerpo, constituye entre el 1,5 y el 2 % del peso corporal y representa el 39 % del total de los minerales corporales. Aproximadamente el 99 % está en los huesos y en los dientes, el 1 % restante en la sangre, en los líquidos extracelulares y en el espacio intracelular.

Al mismo tiempo este mineral es esencial para el mantenimiento de la salud ósea. La masa ósea se incrementa siete veces desde el nacimiento hasta la pubertad y tres veces más durante la adolescencia, alcanzando el pico máximo después de la pubertad, usualmente entre los 19 y 30 años. En los hombres permanece estable hasta los 50 años y en las mujeres hasta antes de la menopausia.

Las principales fuentes de calcio son la leche, productos lácteos como el yogurt y el queso, leguminosas como los garbanzos, algunos alimentos vegetales como la espinaca y el brócoli, al igual que las semillas y las nueces. Entre estos últimos sobresalen el ajonjolí o sésamo, así como las almendras, por su alto contenido. (Lea: Latinoamérica se convertirá en el segundo mayor productor de lácteos líquidos)

Si bien es cierto que los suplementos de calcio carbonato, citrato, fosfato y gluconato, entre otros, son una alternativa para aumentar la ingesta, no aportan nutrientes importantes para cumplir con las pautas de una dieta saludable, como sí lo hacen la leche y los productos lácteos”, comentó María del Pilar Barrera, profesora asociada del Departamento de Nutrición Humana, de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia.

La experta agregó que algunos de estos complementos pueden causar estreñimiento como efecto secundario. “Los suplementos de carbonato de calcio se absorben mejor cuando se administran con las comidas, debido a la acción de las enzimas gástricas y al vaciamiento gástrico más lento”.

La encuesta mostró que entre los alimentos de mayor consumo, la leche líquida ocupó el quinto lugar en menores de 18 años y el sexto en adultos; el queso y la leche en polvo se consumieron en menor frecuencia.

El grupo de edad que reportó mayor consumo de lácteos fue el de 2 a 3 años (86,3 %) y el menor, el de 51 a 74 años (70 %). Un 26,6 % de la población no reportó consumo de lácteos el día anterior a la encuesta; la ingesta más alta se encontró en Bogotá, y en los departamentos de Atlántico y Santander y la más baja en los departamentos de Cauca, Chocó y Guainía.

Al mismo tiempo, reveló que uno de cada dos colombianos consumía leche diariamente y tres de cada cinco, derivados lácteos; también mostró que el 39 % de los colombianos entre 5 y 64 años no ingiere productos lácteos diariamente; en población Sisbén, este porcentaje fue del 47,3 %; las regiones con menor consumo fueron la zona Pacífica, la Amazonia y la Orinoquia.

La nutricionista advierte que esta situación se agrava si se tiene en cuenta la tendencia actual de evitar los alimentos que contienen lactosa, práctica que se ha extendido a grupos vulnerables como niños y adolescentes, la cual es promovida por los medios de comunicación y por algunos profesionales de la salud.

En este sentido, es necesario reglamentar las pautas de publicidad engañosa que buscan la rentabilidad económica más que los beneficios para la salud. “Otra tendencia es el reemplazo de alimentos por suplementos sin indicación terapéutica, lo cual conlleva riesgos de toxicidad y efectos secundarios como la aparición de cálculos renales”, añadió Barrera.

Por último, aconsejó que para las personas intolerantes a la lactosa lo mejor es consumir leche deslactosada o dividir las porciones de leche y derivados en las diferentes comidas para evitar la aparición de síntomas adversos. (Lea: Productos lácteos se han convertido en 'lujo' para venezolanos)

En caso de que esto no se logre, es necesario recurrir a alimentos fortificados y a la suplementación vigilada, especialmente en mujeres mayores de 60 años, en casos de inmovilización, discapacidad física, edad avanzada, enfermedades crónicas y en personas que presentan alto riesgo de fractura.

Fuente: Universidad Nacional de Colombia