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Ganadería: bases científicas para mostrar la sustentabilidad

20 de Septiembre 2021

En el mundo, a las restricciones arancelarias, sanitarias y regulatorias se comienzan a sumar los requisitos de cuidados ambientales.

La cadena de ganados y carnes de la Argentina enfrenta el desafío de consolidar su inserción en los mercados internacionales.

El concepto pertenece a Juan José Grigera Naón, presidente del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva).

Para Grigera Naón, “es un tema muy importante, no solamente a los efectos de la responsabilidad social que implica preservar el medio ambiente sino también para rebatir con base científica muchos argumentos que se ejercen, tanto en el país como en el extranjero por cuestiones emotivas y no racionales”.

“Para poner en blanco sobre negro qué es lo que estamos haciendo bien y dónde tenemos que mejorar”, destacó.

El titular del Ipcva expresó que la base competitiva de la actividad “se asentó en una gran plataforma primaria de sistemas ganaderos integrados a los ambientes con capacidad para producir una amplia diversidad de productos de calidad, categorías, pesos a faena y grados de gordura”.

“Es complementada por una heterogénea capacidad industrial y de logística para dar respuestas a una demanda de mercado con creciente peso de las exportaciones. Pero los accesos a los mercados externos no es tarea sencilla: a las restricciones arancelarias, sanitarias y regulatorias se comienzan a sumar los requisitos de cuidados ambientales”, aseguró.

En este contexto, el titular del Ipcva afirmó que el principio es loable: “La existencia de externalidades negativas, asociadas con el uso de tecnologías y/o procesos productivos inadecuados ambientalmente, justifican acciones para garantizar una correcta asignación de recursos”.

“Trasladando el concepto al comercio internacional, en unos países se genera un ‘cargo ambiental’, y en otros (o en toda la comunidad) se soporta un ‘impacto ambiental’. La aplicación de estos preceptos al comercio internacional, es más compleja y abre interrogantes, dudas y suspicacias ante la imposibilidad de definir, de manera precisa y taxativa, el concepto del impacto ambiental que puede ocasionar una actividad que usa como base y repercute directamente sobre los ecosistemas”, detalló.

“La complejidad y la diversidad de las producciones agropecuarias/agroindustriales, el transporte y la logística de distribución hasta llegar al consumidor, que son propios de cada región/país, inciden variadamente sobre el ambiente y son complejos de evaluar con unos pocos indicadores universales”, añadió.

Según el dirigente, la “arena de la política” del comercio internacional se despliega en diversos ámbitos; “en un extremo se traducen en tratados internacionales de adhesión a metas futuras y en el otro son contenidas en acuerdos comerciales entre privados”.

“En el medio existen una amplia gama de acuerdos bilaterales con crecientes requerimientos ambientales referidos a procesos productivos, infraestructuras y rutinas de funcionamientos de cumplimiento obligatorio para habilitar los ingresos a mercados”, dijo.

“Aplica sobre diversos aspectos: emisión de gases de efecto invernadero; secuestro de carbono; evolución de la masa boscosa; flujo de servicios eco-sistémicos; biodiversidad; contaminación y degradación de tierras y aguas;… incluido el (lábil) concepto de sustentabilidad socioeconómica. Y son abordados a niveles y escalas pre-predial (la manufactura de los insumos productivos), al predial (producción en campo) y al pos-predial (eslabones de la cadena desde la tranquera del predio hasta el consumidor), usando diversas metodologías de abordaje, bases de datos y respaldos institucionales”, añadió.

Por este motivo, concluyó que “en este entresijo de intereses variados y fines loables las bases científicas, rigurosas, verificables y consistentes se vuelven cruciales para el diseño de indicadores ambientales y certificaciones que pueden afectar el negocio de la carne argentina”.

Texto original en el siguiente enlace.