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Ganadería ecológica y adaptación al cambio climático

12 de Enero 2021

La ganadería ecológica con razas autóctonas/locales garantiza la mitigación y adaptación al cambio climático, preservando el medio natural y controlando las nuevas situaciones epidemiológicas.

El sistema de manejo y la gestión del territorio que caracteriza a la ganadería ecológica, lleva aparejado una reducción importante de los inputs y unas menores necesidades de energía que junto con el reciclado de los residuos sólidos y líquidos (mediante adecuadas técnicas de tratamiento), para esparcir compostados no contaminantes (magníficos supresores de agentes bióticos patógenos), contribuyen a reducir los gases inductores del efecto invernadero. Así pues, rebajan los valores de metano (NH4) y Oxido de carbono (CO2), por cuanto la materia orgánica compostada y cubiertas vegetales (bíodiversidad), retienen mayores cantidades de carbono.

La Agricultura Ecológica (AE), puede, en términos generales, atrapar entre el 15-28 % del dióxido de carbono (CO2) del suelo (3,7 Tm. CO2/ha/año), según se use o no el estiércol. En este sentido, con el desarrollo de la Ganadería Ecológica recuperamos la Materia Orgánica (MO) de los suelos, y en efecto cuando incrementamos un 1,6% la MO en el 8,5% de la superficie global cultivada, podríamos secuestrar 100 ppm. de CO2.

Problemática medio ambiental y rural

La intensificación de los sistemas agroganaderos iniciada en la mitad del siglo XX ha llevado consigo numerosas crisis y consecuencias para los consumidores: Sanitarias (consumo reiterado de biocidas peligrosos para la salud); Etnológicas (al sustituir razas autóctonas por especializadas y poco adaptadas al CC) y Medio ambientales (ocasionadas por la actividad ganadera intensiva de ‘máxima producción’).

En este contexto, cuando la gestión agropecuaria responde a objetivos exclusivamente productivistas, materialistas, y mercantilistas, los problemas medio ambientales y sociales que originan a la cabaña ganadera son múltiples y pueden especificarse en los siguientes:

1) Perdida de fertilidad en los suelos, derivados del pastoreo estante y sobrepastoreo, que ha favorecido e induce a los fenómenos de la erosión, compactación y desertización en muchos territorios.

2) Deforestación y pérdidas de diversidad biológica, por el exceso de cargas ganaderas y presión de pastoreo, que afecta a la capacidad de regeneración de las especies arbóreas y matorral, que impiden rebrotar al monte y además reduce la biodiversidad animal.

3) Contaminación de las cadenas tróficas del ecosistema por la explotación intensiva e intensificación de los sistemas ganaderos, consecuencia de los residuos procedentes de los insecticidas, así como de la medicina veterinaria alopática, de síntesis, a base de tratamientos preventivos (antibióticos, antiparasitarios externos e internos, etc.), que crea desequilibrios y reducen la biomasa microbiana e invertebrada del medio natura.

4) Aceleración del Cambio Climático (CC) que repercute en la salud atmosférica, debido a que las explotaciones intensivas igualmente tienen graves efectos indeseables como la emisión de gases constante que favorecen la polución de la biosfera y el efecto invernadero.

En este panorama, el 25 % del metano, y el 32 % de las emisiones de CO2tienen un origen agropecuario, de este último valor el 14 % es debido a procesos de obtención de alimentos de origen agrícola y ganadero con modelos intensivos de producción.

A manera de ejemplo, un rumiante en un sistema convencional intensificado puede emitir al día unos 200 gramos de metano, y si consideramos que en el planeta tierra hay más de 1.300 millones de vacunos en el mundo ello liberaría anualmente alrededor de 100 millones Tm. de CH4, cifra muy superior al de sistemas ecológicos u orgánicos.

5) Impacto muy negativo sobre la socioeconomía rural, y la población agraria, entre otras razones por la falta de competitividad ganadera como consecuencia de haber mestizado y/junto a reemplazado a muchas razas localistas o la gran dependencia tecnológica de las materias primas alimentarias, con altos costes crecientes de piensos que repercuten directamente en la rentabilidad pecuaria.

En efecto, estos hechos reales han distorsionado con el paso del tiempo las actividades ganaderas tradicionales de muchos pueblos, cuyo objetivo estratégico actual y de proyección futura debe ser recuperar las razas propias de España e imprimir una mayor presencia de la ganadería extensiva sostenible y ecológica en el medio rural, potenciando la ganadería familiar, bajo las formulas modernas zootécnicas de sistemas ecológicos, en detrimento de las explotaciones intensivas difícilmente encajables y aceptables en agrosilvosistemas genuinos de extrema riqueza mediterránea, como son las dehesas, ecosistemas de montaña, los secanos cerealistas, etc. por el alto coste social y medioambiental que la sociedad tiene que asumir.

Efectos de la zootecnia ecológica en la biosfera

En particular, los efectos positivos sobre el cambio climático que tiene la ganadería ecológica, son consecuencia del manejo holístico, integrando técnicas agro-bio-zootécnicas modernas y el uso de las terapias naturales durante el ciclo de cría, indicando el Grupo de Trabajo sobre Sumideros y Agricultura del Programa Europeo sobre Cambio Climático (ECCP 2004), que estas prácticas agro-ganaderas que se indican a continuación, suponen una captación importante de CO2, evaluadas entre 0 a 1,98 Tm/ha/año dependiendo del manejo y grado de aplicación de las mismas, a saber:

  • Utilización de inputsinternos generados por las alternativas y rotaciones de cultivo llevadas a cabo con leguminosas y cereales, pratenses y otros cultivos, secuestran gases invernaderos.
  • La no utilización de fitosanitarios, insecticidas y fertilizantes de síntesis química, como la urea, reducen las emisiones de N2O (oxido nitroso), a la atmósfera.
  • Ajuste de las cargas ganaderas a la tipología de los agrosistemas, en función de los valores reglamentados.
  • Compotados y tratamientos de residuos orgánicos retienen una importante cantidad de CO2triplicando el carbono de los suelos.
  • Alimentación basada en el pastoreo y consumo máximo de forrajes, al menos como marca la norma legal el 60 % de la materia seca de la ración diaria debe estar formada por henos y ensilados, manejo alimentario que limita las emisiones NH4al reducir la ingestión de piensos. La generación y utilización de biogás tambien contribuye a reducir metano.
  • Estabulaciones con ajustes de espacios mínimos por animal, evitan hacinamientos, acumulación de residuos y eliminación masiva de gases invernadero.
  • La aplicación de homeopatía y fitoterapia, en combinación con el manejo, limita la aportación de residuos de síntesis minimizando los efectos perjudiciales sobre el clima.

En otro orden de cosas, la ganadería ecológica con sus razas autóctonas ha sabido adaptarse a las nuevas situaciones epidemiológicas generadas por el cambio climático, que han provocado cambios en el desarrollo y supervivencia estacional de muchos agentes bióticos, como los parásitos, ampliando sus periodos durante el año en los pastos, lo que implica mayores riesgos potenciales de infección durante el pastoreo, así como épocas de presentación mas amplias en ciertas enfermedades transmitidas por artrópodos, garrapatas, (piroplamosis, fiebre Q, etc.), e insectos, mosquitos, como es el caso de la lengua azul.

Y es en este contexto es donde los rebaños ecológicos con manejos holísticos de gestión, que conllevan sistemas inmunológicos fuertes, altos niveles de salud y bienestar, consecuente a la aplicación de prácticas biozootécnicas respetuosas con la etología y fisiología de las especies/razas, y terapias naturales, se adaptan y equilibran mejor a estos nuevos cambios epidemiológicos que ya se están produciendo en los ecosistemas agrarios, si recurrir a tratamientos químicos reiterados de síntesis como ocurre en muchas de las explotaciones convencionales.

Texto original en el siguiente enlace.