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Ganadería versus sustentabilidad ambiental

28 de Mayo 2018

La administración eficiente y racional de los recursos naturales, para mejorar el bienestar de la población actual, sin comprometer la calidad de vida de las generaciones futuras ha sido una de las prioridades de la comunidad mundial desde hace varios años.   En este entorno, la puesta en jaque de los sistemas productivos destinados a la alimentación humana (agricultura, ganadería, acuicultura, etc.) ha llevado a sobrecargar de exigencias estos sistemas sin tener en cuenta el entorno comercial y económico en el que se desarrollan las cadenas agroalimentarias.

Consolidar un uso racional y respetuoso de los recursos naturales implica analizar eficientemente cada eslabón e intermediario involucrado en el proceso, teniendo en claro ciertas ideas necesarias para la traducción a cambios reales, sustanciales y de compromiso. Toda actividad humana genera cambios en el ambiente (positivo y/o negativo), y los sistemas productivos no son la excepción a la regla. La generación de alimentos para una población mundial creciente no puede estar en discusión; y en este sentido tanto el aporte vegetal como animal en la dieta son necesarios. Es más, no todas las tecnologías son aplicables y están disponibles en todos los entornos. Cada proceso de adaptación e implementación tecnológica requieren recursos humanos disponibles en los territorios que permitan una real ejecución de estos.  

Hablar de ganadería versus sustentabilidad ambiental siempre plantea el mismo escenario. Desde hace años científicos alertan sobre la degradación de los recursos naturales (erosión, disminución de calidad y fertilidad del suelo, crisis del agua dulce) y los factores externos negativos de los sistemas productivos: contaminación de alimentos y del ambiente, abuso de productos químicos, aumento de emisiones de gases de efecto invernadero, entre otras.   Tanto la ganadería como los demás sistemas productivos han ido avanzando en un proceso de mejora continua en base a investigación científica y desarrollo de tecnologías aplicadas.

Pero cada año, 1/3 de la producción mundial de alimentos para consumo humano no llega a ningún plato y se pierde o se desperdicia. Es más, si hablamos de emisores de gases de efecto invernadero el tercer país a nivel mundial luego de China y Estados Unidos (10,7 y 5,8) sería la pérdida y desperdicio de alimentos (4,4 GTCO2E), “si fuera un país”. Pérdida de alimentos que consume 21 % del agua dulce, 19 % de los fertilizantes, 18 % de tierras de cultivo y  21% de los rellenos sanitarios (FAO).  

Entonces, los sistemas productivos sólo son parte del cambio real y necesario para el uso racional de los recursos. Si un ganadero con compromiso ambiental produce 2.000 kilogramos de carne, nosotros, consumidores, deberíamos poder acceder a esos 2.000 kilogramos de carne para poder alimentarnos adecuadamente y no solo recibir 1/3 de su producción. Pero la cadena no termina aquí, nosotros también tenemos un rol a cumplir como consumidores responsables. Conocer la forma de uso eficiente de los alimentos para evitar desperdicios innecesarios y su disposición final (compostaje) también son parte de la sustentabilidad ambiental.  

Respetar los recursos también significa ser eficientes con la producción obtenida de ellos.

Texto original en el siguiente enlace