Alfonso Santana Díaz

Ahora sí, de verdad, llegó el lobo

Por Alfonso Santana Díaz - 11 de Diciembre 2025


Se estima que en los próximos 10 años la producción mundial de leche crecerá a un ritmo anual de 1.8 %, alcanzando para esa fecha las 1 146 Mt.; el consumo per cápita de productos lácteos frescos crecerá 1.0 % anual y el comercio mundial levemente por encima del 1 % anual (OCDE – FAO). En ese mismo lapso se estima que la producción de Colombia crecerá también por encima del 1 % anual, es decir un poco más del 10 % en la década.

Lo primero que resalta es que habrá más producción, pero también sobresale que esta mayor producción se origina principalmente en el mayor rendimiento por animal, y por un moderado crecimiento del número de vacas. Y a nivel de la demanda, por un mayor proceso de urbanización y aumento de ingresos del consumidor, pero no en todos los rincones del planeta.

Si bien la producción que se exporta es sólo una pequeña proporción de leche, representada en productos lácteos procesados, este comercio se mantendrá concentrado en los tres principales exportadores tradicionales de lácteos –Nueva Zelandia, la Unión Europea y Estados Unidos– en cerca de 70 % de las exportaciones mundiales de leche.

Empiezan así a dibujarse los principales escollos “macro” para la producción nacional láctea, aparte de los que, de alguna manera, ya supuestamente deberíamos haber asimilado con la desgravación gradual de las importaciones de leche en polvo realizadas desde EEUU al amparo del TLC, y que quedan con cero arancel desde el primero de enero de 2026, así como la desgravación total de importaciones provenientes de la UE a partir de 2028, pues se ha repetido hasta la saciedad que viene el lobo, que se viene una fuerte competencia, y de hecho, 2025 se proyecta como uno de los años con mayores compras externas del sector, pues a 30 de septiembre se habían importado 54.173 toneladas de productos lácteos —entre ellos leche en polvo, quesos y lactosueros— por un valor superior a USD 175,7 millones CIF.

Me refiero entonces a dos hechos evidentes que se están produciendo en el comercio internacional que, gracias a la concentración señalada, profundizarán el destino de sus exportaciones en particular las de leche descremada y entera en polvo (LDP y LEP).

Por una parte, están las tendencias del consumo de lácteos. En los países de ingresos bajos y medios bajos, la mayor parte de la producción se consume como productos lácteos frescos, en tanto que en países de ingresos altos, como Europa y América del Norte, el cambio en años recientes de la demanda a favor de las grasas lácteas como la leche líquida entera y la crema, hará que Estados Unidos exporte más leche descremada en polvo, como ya se ha visto en la composición de las importaciones que Colombia hace de productos lácteos, que además tienen menor precio y son apetecidas por la industria de alimentos y panadería.

Europea, en tanto, seguirá fortaleciendo su ventaja en la producción y consumo de quesos, que resulta en igual Estados Unidos por el tema de las hamburguesas. No se debe minimizar la presión que ejercerán los sustitutos de lácteos de origen vegetal que se ven cada vez más consolidados; la tasa de cambio que al nivel actual de 3.800 pesos por dólar promueve las importaciones: y la caída en los precios de la leche en polvo de Estados Unidos. Todo eso se traduce en una competencia que impone mayor presión a la baja sobre los precios internos pagados al productor. ¡Ya viene el lobo!

El otro hecho es la competitividad. Si, el eterno obstáculo. Nos dice Fedegán, en una presentación preparada por la Oficina de Planeación e Investigaciones Económicas, que Colombia tiene una producción de 6.5 litros vaca/día, la cual resulta ser 4.6 veces más baja que la de Estados Unidos; 2.2 veces por debajo de la de México; y 1.6 veces de la de Chile, siendo la de Colombia una de las más bajas de la región. Se reduce así la posibilidad de diversificar exportaciones lácteas de Colombia, lo que nos reduce a venderle al mercado venezolano, lo cual nos devuelve casi tres décadas.

Esos factores nos conducen por la senda forzosa de menos fincas lecheras y más animales en cada finca, para ganar en productividad, que es un camino viable y natural siempre y cuando se avance en la producción de derivados lácteos, especialmente quesos, pues la tendencia al consumo de ese tipo de bien tarde que temprano se profundizará en Colombia, por lo menos así lo están visionando algunas empresas procesadoras. Todo esto sin contar el tema social, pues más de 320 mil ganaderos se dedican a la producción de leche.

Soluciones si las hay. Ya lo ha dicho Fedegán: mejorar escalas productivas, genética más eficiente; disminución de costos de alimentación y de fertilización (silvopastoriles); ajustar la oferta interna de leche con el mercado de carne; más consumo interno y más mercados industriales (esfuerzo industrial y corrección de sus propias ineficiencias). Ahora sí, de verdad, llegó el lobo.