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¿Avance o retroceso? El caso lechero

Por Oscar Cubillos Pedraza - 20 de Junio 2018

En los últimos años, quienes hacen del sector lechero han visto cómo su rentabilidad se ha visto afectada por cuenta de la competencia internacional, el ineficiente acceso a mercados y la falta de políticas públicas contundentes que le den una transformación productiva y competitiva.

El sector lechero tiene mayores sensibilidades económicas y sociales que el cárnico, pues cerca de 350 mil familias generan su ingreso mayoritario de la producción de leche.   Tal vez el único activo que tiene el sector es la Resolución 017 de 2012, que protege medianamente el precio al productor y por ende su ingreso. Sin embargo, son muchos los intentos que se han hecho para desmontarla, pues a gusto de la industria los precios deberían ser de libre mercado. Hablaríamos hoy de $500 por litro si fuera así. Aun así, es claro que en materia de precios ha habido un deterioro.   Cuando se analiza el nivel de precios que se le paga al productor, en términos reales, lo que se encuentra es que ha venido en un franco descenso desde el año 2012. De hecho hoy un litro de leche tiene el mismo precio que tenía en 2006, unos $660 por litro, a pesar que nominalmente sea de $1060. Claro retroceso.   Esto al fin y al cabo representa menor poder adquisitivo para los productores y sus familias, lo que traduce deterioro social. La respuesta ante una caída de su ingreso disponible ha sido la de salir a producir más leche con el ánimo de compensar.   Mientras que en al año 2010 la producción de leche del país alcanzó los 6.335 millones de litros, en el 2017 la cifra llegó a 7.094 millones de litros. Un crecimiento de 12 % en diez años, a pesar de las dificultades climáticas de gran parte de la última década. Sin embargo, más no es mejor.   Por supuesto que se debe destacar el mejoramiento productivo de nuestros ganaderos, que con un hato similar producen más leche. El sector primario viene haciendo la tarea, en buena medida las condiciones de mercado le han obligado a innovar y ser más eficiente. Allí hay un avance, aunque hay mucho que hacer hacia adelante.   Pero las problemáticas del sector siguen siendo las mismas de dos décadas atrás. Solo la mitad de la producción se acopia y eso le da juego al sector industrial para ponerle presión a la baja a los precios que le paga al productor. Si a eso le agregamos la importación de leche vía TLC, desde EE.UU. y UE especialmente, que desde 2012 promedia las 36 mil toneladas anuales, se encuentra otra variable que ha afectado el ingreso del ganadero.   Las soluciones son evidentes. De un lado el consumo interno en los estratos 1 y 2 es tan bajo que de estimularse impactaría directamente en el aumento del acopio. Sin embargo, los precios que establecen la industria y supermercados para los bienes finales son tan altos que el consumo no se incentiva. Es más caro un yogurt de 200 ml para una persona que una gaseosa tamaño familiar para ocho. El consumo no se incrementa con campañas de publicidad sino con precios finales más accesibles.   También sería una solución para el sector el que se incrementaran las exportaciones, pero la cifra es vergonzosa. Desde 2010 hasta 2017 las expo apenas promedian 4.250 toneladas anuales. Una respuesta ineficiente de la industria ante el esfuerzo productivo del ganadero. Lamentable la falta de avance al respecto.   La leche es un producto fundamental para la seguridad alimentaria de un país. Colombia produce con suficiencia pero le falta eficiencia para que todos los eslabones del sector progresen conjuntamente. Importante la reorientación de la política lechera con el nuevo gobierno pues en los últimos años estuvo en el abandono.