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Cinco siglos de progreso

Por José De Silvestri - 02 de Septiembre 2025


Con 30 millones de bovinos que pastan en 615.000 predios y 720.000 ganaderos de los cuales la mayoría son pequeños productores, el sector se enfrenta al reto de continuar su transformación hacia la sostenibilidad y competitividad como factores de atracción hacia el mercado global.

La ganadería, nacida en la región Caribe hace 500 años y extendida a toda la geografía del país, se constituye como el motor de la economía agropecuaria colombiana.

En 1525, cuando Rodrigo de Bastidas llegó y fundó a Santa Marta, junto a él arribaron a Colombia los primeros bovinos que vinieron desde Europa. Nadie imaginaba que esos ejemplares se convertirían en los fundamentales que marcarían la vida económica, social y cultural de Colombia.

La actividad se expandió rápidamente por los valles y llanuras del país. Los conquistadores españoles encontraron suelos fértiles y abundantes pastos en la región Caribe —cuna de la ganadería en Colombia—, la sabana de Bogotá, el valle del Cauca y, más tarde, los Llanos Orientales. Se convirtió en riqueza, alimento y símbolo de poder. No solo alimentó a poblaciones enteras, sino que definió costumbres, oficios y la forma de relacionarse con la tierra.

El vaquero criollo -el llanero, el sabanero y el caribeño, entre otros- es una figura esencial de la historia. Entre cantos de vaquería, el trabajo del llano, la actividad de marcar los animales, la trashumancia y las largas jornadas a caballo dedicadas a arriar los animales, forjaron una identidad ligada al caballo, al sombrero y al manejo del hato. No fue un negocio, se volvió cultura. De ahí, surgieron expresiones musicales, tradiciones festivas y hasta la gastronomía típica de las regiones.

Durante la Colonia y la República, el ganado fue motor económico. El cuero se exportaba, la carne abastecía la demanda de las ciudades y sus hatos se constituían como símbolo de estatus. Junto con el paso de los siglos, la actividad se modernizó. Surgieron y llegaron nuevas razas, técnicas de ordeño y, en el siglo XX, hace parte del mercado internacional. Hoy, el país ocupa el lugar 11 entre las naciones de mayor inventario en el mundo.

Más allá de las cifras, es un oficio de pequeños ganaderos y campesinos que encuentran en la actividad, su sustento diario. La cría combinada con diversos cultivos, se volvió la forma de vida ligada al territorio. La historia de la ganadería es, en buena medida, la de esos hombres y mujeres que han mantenido vivo el campo colombiano.

A punto de cumplir 500 años, es un modelo ejemplar de transformación hacia la sostenibilidad. De la mano de Fedegán, se desarrolla la transición del esquema tradicional a sistemas silvopastoriles, cuya combinación de pasturas, leguminosas y árboles, aportan eficiencia productiva y capturan carbono.

La conservación de cuencas hidrográficas; las prácticas de bienestar animal; la reducción de emisiones GEI y la tendencia carbono positiva, fortalecen la competitividad de cara a los mercados internacionales. Colombia es afortunada de tener un campo que produce carne y leche de manera ininterrumpida, mejora la biodiversidad y genera resiliencia al cambio climático.

Conmemorar 500 años obliga a mirar atrás, pero también hacia el futuro. El sector ganadero requiere seguridad, acceso a crédito, líneas de financiamiento de fomento al cero por ciento de interés y que la economía permita optimizar el ingreso anual de los colombianos para que tengan poder de compra y aumenten el consumo de carne y leche, pero a la vez, que la población aumente de manera natural de tal manera que configure los diferentes segmentos de consumidores.

La investigación, la innovación y la apertura de mercados verdes, igualmente se constituyen en sus ejes fundamentales y se consolidan sin detenerse.

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