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El rol del asesor pecuario en las medianas y grandes empresas ganaderas

Por Carlos Germán Osorio Neira - 08 de Julio 2020

Ponernos a tono con la nueva realidad y competir internacionalmente requiere del esfuerzo de profesionales y ganaderos. A cada profesional le corresponde analizar su labor y fortalecer los aspectos más débiles; a los ganaderos valorar la producción sostenible y la empresarización como necesidades urgentes. En tanto que a las organizaciones de profesionales y las universidades les compete programar periódicamente eventos prácticos de actualización; la academia debe revisar con el sector productivo sus currículos y metodologías de formación.

Claude Vericel fundó en 1885 la primera Escuela de Medicina Veterinaria de Colombia, lo que significó al país el nacimiento de las profesiones pecuarias. Según cifras de COMVEZCOL, entre 2012 (año en que se comenzó a llevar este registro) y marzo de 2020, de los 18.728 egresados de estas profesiones, sólo 4.197 registraron la ganadería como su área de trabajo.

El país cuenta con un grupo de asesores técnicos muy calificados, que trabaja para los ganaderos más empresariales, con buenos resultados; si miramos más allá de este reducido núcleo y observamos la baja productividad, rentabilidad y sostenibilidad de nuestro sector, concluimos que queda mucho por hacer.

Hace 30 años pensábamos solamente en tecnificar las fincas. En la actualidad los consumidores y la sociedad exigen poner en el mercado productos inocuos, aplicar la Responsabilidad Social Empresarial y las BPG, conservar los recursos naturales y mitigar el Cambio Climático.

Ponernos a tono con la nueva realidad y competir internacionalmente, requiere por igual el esfuerzo de profesionales y ganaderos.

La mayoría de productores aduce que la baja rentabilidad de su negocio no les permite contratar un profesional, y los que comienzan a empresarizarse dicen que el enfoque actual de la asesoría no resuelve sus problemas; los profesionales a su vez se quejan de que los ganaderos les pagan mal y los llaman sólo para resolver casos de animales enfermos, cuando no ha funcionado lo que le aplicó el administrador ni lo que formuló el dueño de la veterinaria.

En cuanto a los productores, la cultura tradicional constituye la base de las dificultades, por cuanto no permite valorar la producción sostenible y la empresarización como necesidades urgentes. En este contexto, pagarle a un profesional se considera un gasto innecesario y si se lo contrata, sus recomendaciones son atendidas parcialmente.

Los profesionales también tienen mucho que mejorar, empezando por prestar una asesoría con enfoque integral, que aumente la productividad y rentabilidad de las fincas, atendiendo las exigencias actuales, lo cual requiere analizar el predio como un sistema productivo con base en pasturas y liderar Planes de mediano plazo, con metas concretas por cada indicador. La constitución de empresas en las que participen profesionales de distintas disciplinas, facilitaría la realización de esta y otras tareas.

A los asesores también les corresponde tener habilidades en el manejo de las TIC y hacer gestión del conocimiento, para convencer tanto al ganadero como a los trabajadores, que las nuevas tecnologías producen mejores resultados que las existentes; agotada esta etapa deberán asumir el liderazgo en su implementación, capacitando al equipo y haciendo seguimiento a las metas establecidas.

El ejercicio exitoso de la profesión implica sentirse orgulloso de lo que se es y seguro de lo que se hace, esto exige usar las ayudas de laboratorio y de otro tipo que se requieran, mantenerse actualizado y participar en investigaciones dirigidas a resolver los problemas de las fincas. Lo anterior permitirá obtener resultados en campo y fijar honorarios acordes con los riesgos asumidos y el aporte que se realiza a cada empresa.

Es necesario pasar de una asistencia técnica pactada por visitas, a una asesoría dirigida a conseguir metas; incluso, podría pensarse en establecer un porcentaje de la tarifa como cobro variable, en función del alcance de las mismas, o un esquema como el Sharemilker de Nueva Zelandia, donde los productores ponen el terreno y las instalaciones y los profesionales las vacas, el personal y la tecnología para operar.

En resumen, conseguir que la asesoría técnica logre los impactos esperados en las medianas y grandes fincas ganaderas, requiere empresarización y conciencia de los ganaderos sobre sus beneficios; a cada profesional le corresponde analizar su labor y fortalecer los aspectos más débiles; las organizaciones de profesionales y las universidades, deben programar periódicamente eventos prácticos de actualización; la academia necesita revisar con el sector productivo sus currículos y metodologías de formación.

De esta manera podremos aprovechar en beneficio del sector, el conocimiento de un número importante de profesionales que hasta hoy no se ha podido aplicar en su totalidad.