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Falta de rigor

Por - 05 de Marzo 2020

Se ha fijado que, desde unos años, y hasta hoy, la ganadería es foco de señalamientos de muchas de las situaciones que ocurren en nuestra sociedad. Problema que ocurre termina llevando a sus detractores a acusarla, fiel a un estilo que parecería una estrategia previamente organizada.

Lo que me llama la atención es que dicha estrategia se focaliza en hacer “escándalos” mediáticos sistemáticos, pero no se concentra en investigaciones científicas o con rigor académico que valide o demuestre tales aseveraciones.

Al contrario, los estudios juiciosos, con método, han estado del lado de nuestra actividad y han permitido desmitificar lo que los malquerientes de la ganadería y de los ganaderos premeditadamente le han pretendido endilgar.

Y empiezo con los ejemplos. El primero, desde hace algunos años se ha acusado que consumir carne es perjudicial para la salud. Sin embargo, hace unos meses el estudio publicado en Annals of Internal Medicine, comprobó que por el contrario es necesario mantener la ingesta de carnes rojas y que resulta útil y necesaria para el buen mantenimiento nutricional y de salud.

Pero además ha habido otro frente de batalla. El de quienes acusan a la ganadería bovina de ser un gran emisor de Gases Efecto Invernadero - GEI. Solo haga un ejercicio en Bogotá, Medellín o Cali, y determine quienes son los agentes emisores que están involucrados en las alertas ambientales que periódicamente se lanzan por mala calidad del aire. Así es, parque automotor e industrias fundamentalmente.

Además, un estudio de realizado por la Universidad Nacional de Colombia indica que el coeficiente que el Panel Intergubernamental de Cambio Climático emplea para calcular la incidencia de estos gases (GEI) en el Cambio Climático, tiene valores menores para Colombia, teniendo en cuenta su oferta ambiental.

A esto se suma el estudio realizado por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina, liderado por el argentino Ernesto Viglizzo, que concluye que la ganadería de pastos captura más carbono del que emite dando un saldo negativo en la emisión de GEI.

Tampoco se pueden desconocer proyectos como el de Ganadería Colombia Sostenible en donde instituciones como el Fondo para el Medio Ambiente Global –GEF, el gobierno del Reino Unido, la Federación Colombiana de Ganaderos –FEDEGAN, The Nature Conservancy -TNC, la Fundación Centro para la Investigación en Sistemas Sostenibles de Producción Agropecuaria -CIPAV y el Fondo para la Acción Ambiental -FA, bajo la supervisión del Banco Mundial, han trabajado intensamente en la última década para estructurar una ganadería aun más amigable con el medio ambiente.

Lo que me sorprende es que nuestros policy-makers no comprendan aun que es un sistema silvopastoril, un proyecto agroforestal o el significado de ganadería sostenible.

Y confieso que la semana pasada veía con pena ajena, como uno de nuestros Representantes a la Camará no tenía claros sus conceptos al respecto. El planteamiento que se tocaba era el de establecer 100 mil hectáreas en sistemas silvopastoriles, que generan un impacto positivo multiplicado por 8, es decir 800 mil hectáreas; pero nuestro honorable parlamentario lo confundió y pensó que se iban a talar 800 mil hectáreas de bosques para establecer ganadería bovina.

Esas apreciaciones erradas, apresuradas y con ánimo de mostrar cualquier cosa, le hacen mucho daño a nuestro sector, más aún cuando olvidan del papel importantísimo que tiene la producción de carne y leche en la seguridad alimentaria del país, en la generación de más de un millón de empleos y en la contribución del 1,3% del Producto Interno Bruto de la economía nacional.

Por supuesto, la invitación es a argumentar con rigor, y sobre todo con rigor científico.