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Feliz cumpleaños once. ¿Y de la revisión qué?

Por Oscar Cubillos Pedraza - 10 de Mayo 2023

Valdría la pena que la revisión del TLC –de la que ha hablado el actual gobierno–, se tenga en referencia el caso del sector lechero nacional que también requiere el acceso al mercado de carne de EE.UU.

Durante la campaña presidencial 2022 del entonces candidato Petro, incluso en la anterior –la de 2018–, el actual presidente consideró que el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos debería renegociarse al considerar que lesionaba diferentes aparatos productivos y sectores de nuestra economía, especialmente en el renglón agropecuario.

Claro, una cosa son las propuestas que se lanzan como candidato y otra ya son los detalles y meollos que deben considerarse como primer mandatario. De allí que se pasara de un discurso de renegociación a uno de revisión.

¿Qué implicaba una renegociación?, pues sencillamente pasar a un escenario en donde pudiéramos quedar en peor posición de la que hoy se considera como mala. Claro, allí hay un relativismo pues algunos pueden considerar el TLC inconveniente, pero otros lo consideran adecuado y le han dado un aprovechamiento importante, no hablando exclusivamente de la parte agrícola y pecuaria.

A propósito de los once años de la entrada en vigor del TLC de Colombia con EE.UU. que se cumplen esta semana, cada uno habla del baile según como le haya ido en él. En 2012 cuando inició este acuerdo bilateral, la balanza comercial con el país del norte era superavitaria en US$8.244 millones. Ya para 2014 esta sería deficitaria en US$3.186 millones, manteniéndose así en promedio US$2.117 millones por año. En 2022 la balanza comercial con EE. UU. terminó en déficit de US$3.038 millones.

En ese sentido, nos iba mejor sin TLC que con TLC. Pero hay que recordar que para 2012 y años anteriores muchos de nuestros socios comerciales como CAN, G3/G2 (hoy TLC con México) y Mercosur tampoco tenían acuerdo comercial con EE. UU. lo que nos daba una oportunidad de negociación con esos destinos.

Hoy esos mercados exportan a EE.UU. y si no tuviéramos TLC con el país norteamericano tendríamos carga arancelaria que nos restaría competitividad frente a la CAN, Mercosur, México y otro grupo de países. Es decir que casi resultaba inevitable que se recorriera este camino.

Sin embargo, y a diferencia de la balanza comercial total con Estados Unidos, en materia agrícola y pecuaria exportamos más de lo que importamos desde este país. En 2022 la balanza comercial agropecuaria fue superavitaria en cerca de US$600 millones, impulsada fundamentalmente por la canasta tradicional (café, banano y flores), y de otros nuevos productos como aceites, algunas frutas, cacao, hortalizas, pescados, y otros bienes agrícolas que ayudaron a sumar.

Hasta aquí podríamos concluir que los beneficios del TLC para el agregado económico del país no han sido muy buenos, para el agregado agropecuario no ha sido malo; aunque aparecen sectores que sí han resultado muy apaleados frente al comercio bilateral. Este es el caso del sector lechero colombiano que ha recibido un volumen importante de productos importados desde EE.UU. especialmente leche en polvo.

Tal ha sido el impacto importador que en 2021 FEDEGÁN solicitó una medida de salvaguardia, ante las múltiples evidencias sobre daño económico al sector lechero y que el mismo Ministerio de Comercio reconoció en su informa final. Sin embargo, el gobierno de la época sopesó las consecuencias de otorgar dicha salvaguardia y prefirió pasar indiferente ante la evidencia, con el fin de que no se generaran retaliaciones sobre exportaciones agrícolas de Colombia a EEUU (banano, flores, etc.).

En los últimos meses lo que medianamente nos ha protegido de mayores importaciones de leche, es la tasa de cambio. No por eso se puede ignorar que, aunque es más barato producir un litro de leche en finca en Colombia frente a EE.UU. el encadenamiento en el país del norte, el transporte, el procesamiento, la pulverización, etc. es altamente eficiente frente a lo que se hace en nuestro país.

Bien valdría la pena que en esos procesos de revisión del TLC de los que ha hablado el actual gobierno se tenga en referencia el caso del sector lechero, que de manera lógica y en el marco de un aprovechamiento recíproco y justo del acuerdo comercial, requiere también el acceso al mercado de carne de EE.UU. por parte nuestra.

¿Qué significa esto? Que nuestro mercado de leche y carne se autorregulan por la influencia de uno sobre el otro en diferentes momentos. Si logramos exportar más carne a EE.UU. el impacto importador de leche se sentirá menos en los productores colombianos, más de cara al 1 de enero de 2026 cuando ya tenderemos libre comercio de leche en polvo.

De hecho, solo vale la pena ver que en el último par de años tal autorregulación entre carne y leche ha generado una contracción en la producción de leche y ha mejorado los precios al productor (no hablemos de costos). Pero volviendo a carne y el acceso a EE.UU. es necesario que nuestra autoridad sanitaria, el ICA, apriete el acelerador en el desarrollo del piloto de trazabilidad, como requisito indispensable para la entrada al mercado americano.

Gran conclusión: cualquier TLC será malo si nos quedamos cruzados de brazos esperando a que pasen cosas sin gestionar esas cosas, sin embargo, no está de más que los dos gobiernos revisen cosas que pueden mejorarse de cara al aprovechamiento mutuo.

@ojcubillosp