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A garrotazos contra las BPG

Por Oscar Cubillos Pedraza - 11 de Abril 2018

El sector productor de leche no es ajeno al mejoramiento que debe tener el producto elaborado. Tampoco lo es el Gobierno y los industriales, y para ello acordaron el diseño de esquemas que estimulan el mejor pago a la mejor calidad dentro de la Resolución 017 de 2012, pero hoy el mecanismo se desvirtuó por los intereses de la industria.

Dicho sistema contempla el pago de bonificaciones obligatorias y otras voluntarias en el valor del litro de leche que paga la industria al productor. Se fundamentan en la calidad higiénica y la calidad composicional en grasa, proteína y solidos totales.   Bajo estas reglas del juego, implementadas en 2012, muchos productores decidieron meterse la mano al dril y realizar una serie de inversiones para contar con un sistema de Buenas Prácticas Ganaderas - BPG, que al fin y al cabo viene siendo el sistema de gestión de calidad de la finca o empresa ganadera.   Lamentablemente con el pasar de seis años de expedida la norma, hoy muchos productores se preguntan si valió la pena la realización de tales inversiones pues la industria no reconoce la calidad de la leche producida con las bonificaciones que corresponden.   Por ejemplo, en el pasado mes de febrero el promedio de bonificaciones voluntarias fue apenas de $67 pesos por litro, cuando una década antes, en mayo de 2008, dichos incentivos alcanzaron $142 por litro. Pero para no ir tan lejos, en febrero de 2016 las bonificaciones fueron en promedio de $149 por litro.   No me resulta lógico considerar que la calidad de la leche en finca haya desmejorado como lo sugiere la baja en las bonificaciones, y menos después de los esfuerzos e inversiones realizadas por muchos ganaderos para producir una leche de la calidad exigida por la industria y que a la par les mejorara su ingreso.   Sin embargo, la metodología de la medición actual de la calidad pareciera que sí.   Podría ocurrir que la baja oferta de laboratorios de referencia incida directamente para que esto ocurra, pues las muestras deben recorrer una cantidad exagerada de distancia para que se realice su análisis. En dicho recorrido, sin lugar a duda, la calidad de la muestra desmejora originando un castigo al productor en su precio.   Pero lo mejor es saber qué está ocurriendo. Vale la pena entonces que la ONAC (Organismo Nacional de Acreditación de Colombia), encargado de auditar dichos laboratorios, evalúe este aspecto. De pronto nos encontramos que el problema no es allí sino en el otro extremo.   Sea cual fuere la razón, las bonificaciones voluntarias se desvirtuaron hasta el punto de hacer que el productor no reciba el precio justo, y lo que sí está ocurriendo es que una gran cantidad de ganaderos se hayan visto impulsados a abandonar los programas de BPG. Consideran que la relación costo/beneficio no es la adecuada. En otras palabras: muchos costos, pocos beneficios.   Si la industria quiere exportar, debe contar con materia prima de buena calidad, pero lo bueno es costoso y lo excelente aún más.   El discurso reciente de la industria es que se deben eliminar dichas bonificaciones. Es como ´matar la gallina de los huevos de oro´, porque a su vez que empobrece al ganadero productor de leche, hace retroceder esta ganadería que lentamente había avanzado en la cultura de implantar BPG. Es un lujo que el país no se puede dar, y menos en frente de las narices del propio gobierno. ¡Ah lo difícil que es implantar una cultura!   Es necesario entender que el sistema de BPG más bonificaciones es un sistema en el que obligatoriamente un factor necesita del otro, y que con su múltiple mejora termina generando escalas de productividad que benefician a productores e industriales.   Si la industria continua pensando en eliminar cualquier elemento que le sume al precio que le debe pagar al productor, en el mediano plazo terminará prescindiendo del productor y hasta de la vaca. Se convertirán en simples comercializadores de bienes importados. Esa no es la lógica para un país que tiene puestas las esperanzas en el campo.   Las BPG son necesarias pero necesitan de su contraparte, las bonificaciones e incentivos.