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Hijo de tigre

Por Fernando Álvarez - 31 de Agosto 2025


Blanco es, gallina lo pone, frito se come, pero Iván Cepeda no es de las FARC. Cepeda no es miembro de las FARC pero camina como pato, grazna como pato y se mueve como pato de las FARC. Defendía, departía y compartía orondo con Iván Márquez y Jesús Santrich y asume, como lo hace el presidente Gustavo Petro, la tesis del entrampamiento para negar las actividades de narcotráfico que realizaba este guerrillero que se burlaba cínicamente de los periodistas con el “Quizás, quizás, quizás”. Iván Cepeda apareció en el computador del comandante de las FARC Raúl Reyes como “compañero” al que había que secundar. Hoy aboga por el mismo grupo guerrillero que le hizo conejo al acuerdo de paz, las mismas FARC que ahora se mimetizan como Segunda Marquetalia.

Los “excamaradas” de las FARC que hoy gozan de curul en el Congreso lo consideran su héroe por haber sido capaz de utilizar todas las formas de lucha para tratar de encarcelar al expresidente Alvaro Uribe, quien pasó a la historia como el hombre que le puso un tatequieto a las FARC. Cepeda no es de las FARC pero el grupo guerrillero, movilizados y desmovilizados, lo consideran suyo. Cepeda defiende las mismas causas de las FARC pero él solo es pato.

Iván Cepeda Castro es como su padre, Manuel Cepeda Vásquez, un zorro en política. Es comunista hasta el tuétano. Lo lleva en la sangre. Manuel Cepeda era uno de esos militantes del Partido Comunista, de toda la vida, que pregonaba la combinación de todas las formas de lucha para derrocar el régimen capitalista. Era el director del periódico comunista “Voz Proletaria” desde donde se combatía al sistema capitalista, la propiedad privada y al empresariado colombiano como enemigos de proletariado. La madre de Iván Cepeda era Yira Castro, una militante comunista que llegó al Concejo de Bogotá y quien sostenía que “el marxismo-leninismo es la ciencia que muestra el verdadero camino que conduce a la liberación femenina y a la conquista de la plena igualdad de derechos. Ese camino es el mismo que debe recorrer la clase obrera y por lo tanto el puesto de la mujer está en el partido de clase del proletariado”. Lo que se hereda no se hurta.

Era también asidua colaboradora de Voz Proletaria, el periódico oficial del Partido Comunista y de su brazo armado, las FARC. Manuel Cepeda era el director del periódico y miembro del Comité Central del Partido Comunista que mantenía el enlace con Jacobo Arenas, el jefe ideológico de las FARC y miembro del Partido Comunista encargado de “tirar línea” comunista a las bases campesinas de las FARC, ya que estas se habían iniciado como guerrillas liberales. Cepeda y Arenas fueron quienes instruyeron y formaron políticamente a Tirofijo y demás “chusmeros” que se habían levantado en armas, que nacieron como un grupo de autodefensas campesinas. Iván Cepeda no es de las FARC pero lleva en el alma a Luis Alberto Morantes Jaimes (“Jacobo Arenas”), Manuel Marulanda (“Tirofijo”), Guillermo León Sáenz Vargas (“Alfonso Cano”) Jorge Briceño ("Mono Jojoy"), Henry Castellanos (“Romaña”) y tantos otros históricos líderes guerrilleros que a su juicio merecen una estatua como la que levantó Hugo Chávez de Tirofijo en Venezuela.

En todo caso sí Iván Cepeda resulta ser el escogido por Petro para que le suceda en el trono no tiene por qué dudar que tiene asegurado tanto el apoyo de Luciano Marín Arango (“Iván Márquez”) y su Segunda Marquetalia, como el de Jorge Torres Victoria (“Pablo Catatumbo”), Rodrigo Londono Echeverry (“Timochenco”), Julian Gallo Cubillos (“Carlos Antonio Lozada” y otros padres de la patria enconchados en el Congreso. Iván Cepeda es de lejos el que más confianza les da a las FARC, en cualquiera de sus versiones. Gustavo Bolívar lo sabe y por eso sospecha que no tiene nungún chance chance porque para las próximas elecciones se requiere el músculo financiero que tienen quienes combinan todas las formas de finanzas revolucionarias que autorizó hace casi cuatro décadas Jacobo Arenas cuando les dijo a sus frentes en un cogreso de las FARC que había que financiarse con lo que daba la tierrita y en muchas zonas del país la tierrita está inundada de cultivos de coca, laboratorios y pistas clandestinas.

Y por mas que cacaree Iván Cepeda con el cuento de que demandará al que le diga que es de las FARC, por más que amenace con encontrar testigos positivos aunque sus testimonios sean falsos, le va a quedar muy difícil quitarse el sanbenito de ser de las FARC porque así no suceda en la normativa penal, donde los jueces pueden ser manipulables, en el mundo de la política se peca, como en la religión católica, de pensamiento, palabra y no solo de obra. Y como obras son amores y no buenas razones algo le debe decir a electorado colombano que un frente de las FARC se llame Manuel Cepeda en honor a su padre y que una guerrillera negociadora de las FARC se llame Yira Castro, en honor a su madre. Y una cosa es ganar un juicio mediático con todas las formas de lucha jurídica que incluyen las desapariciones de los chats de su telefono con el falso testigo contra Uribe, Juan Guillermo Monsalve y otra ganar elecciones populares con la desventaja de que lo del computador de las FARC no se pudo borrar de la mente de los colombianos así no aplique por arte de birlibirloque como prueba judicial.