Con presencia creciente en departamentos como Casanare, Caquetá y Santander, ambas razas bovinas se posicionan como una opción clave para una ganadería más eficiente y resistente al clima. Su capacidad de adaptación y rápida ganancia de peso los posicionan como alternativas estratégicas frente a los desafíos de estas regiones.
En medio del auge por mejorar la eficiencia productiva sin comprometer la sostenibilidad, algunos ganaderos colombianos han comenzado a cambiar su enfoque productivo. Lejos de las apuestas convencionales por razas dominantes como el brahman, hoy nuevas opciones genéticas comienzan a marcar la diferencia en los potreros del trópico colombiano.
En un país como Colombia, donde el clima puede jugar en contra de la productividad ganadera, el charbray y el charolais están demostrando ser razas con un potencial sobresaliente. (Lea en CONtexto ganadero: Lo que Colombia está aprendiendo para replicar el modelo francés con ganado charolais)
Así lo aseguró Germán Rodríguez, presidente de la Asociación Colombiana de Criadores de Ganado Charolais, Charbray y sus Cruces (Asocharolaise-Charbray), quien resaltó cómo estas razas han ganado terreno en el trópico colombiano, desde los 1800 hasta los 2000 metros sobre el nivel del mar.
“Son animales con muy buena rusticidad. A diferencia de otras razas, soportan los veranos fuertes sin perder condición corporal. Incluso en regiones exigentes como Caquetá y los Llanos, se comportan mejor que el brahman”, anotó.
Esta adaptabilidad ha generado interés creciente en zonas como Santander, Casanare y Caquetá, donde se valora especialmente la capacidad de mantener productividad en condiciones adversas.
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Fuerza híbrida
Una de las principales fortalezas del charbray es el vigor híbrido que se obtiene al cruzar charolais con brahman. Esto no solo mejora la rusticidad del animal, sino también su fertilidad.
De acuerdo con Rodríguez, “las hembras se pueden inseminar entre los 16 y 18 meses, ya con unos 400 kilos de peso en potrero. Eso significa un ahorro de seis meses para el ganadero frente a otras razas como el brahman”.
A esto se suma la ventaja comercial, pues al conservar el pelaje blanco, pero con pigmentación, el charbray no presenta problemas como carcinomas oculares, comunes en otras razas blancas sin pigmento, como el holstein.
Además, su color no es penalizado en el mercado, lo que permite a los ganaderos mantener precios competitivos al momento de la venta.
Actualmente, Asocharolaise-Charbray cuenta con 25 socios activos, aunque muchos criadores que se han retirado de la organización continúan trabajando con estas razas. En municipios como Yopal y Puerto López (Meta), hay ganaderos con hatos de hasta 120 animales cruzados, evidencia del interés sostenido en seguir apostando por estas líneas genéticas.
“La idea es volver a reunir a esos ganaderos, porque aunque la asociación es pequeña, la presencia del charolais y el charbray en el país es significativa. Hay mucho trabajo por hacer, pero también mucho potencial para mostrar”, expuso Rodríguez.
El charbray, con su capacidad para recuperarse rápidamente tras temporadas de escasez de pasto y su resistencia a los parásitos, representa una alternativa estratégica en una época donde la eficiencia y sostenibilidad de la ganadería son más relevantes que nunca.
Su alta fertilidad, rápida ganancia de peso y adaptabilidad a condiciones extremas lo convierten en una opción atractiva frente al costo de oportunidad que supone continuar con razas menos eficientes.
Futuro de blanco
Más allá de los números, lo que define a estas razas es su capacidad para ofrecer resultados concretos en el terreno. (Lea en CONtexto ganadero: Charbray, una raza sintética con buena producción cárnica de calidad)
“La gente que los prueba, se queda con ellos. Son animales que responden, que no dan tantos problemas, y que permiten avanzar hacia una ganadería más rentable y sostenible”, concluyó Germán Rodríguez.
Con más de un 70 % del trópico colombiano en condiciones óptimas para su desarrollo, el charbray y el charolais están listos para ser protagonistas del nuevo capítulo de la ganadería colombiana.



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