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La chispa que enciende la pradera

Por Ariel Peña González - 24 de Septiembre 2020

La batalla de ideas se tiene que poner al orden del día para frenar las intenciones hegemónicas comunistas que buscan avasallar al verdadero pueblo colombiano, y por ello no hay que confundir la lucha de clases con la lucha social.

María Jimena Duzán, en su última columna en Semana —titulada El disfraz de policía—, comentando sobre los sucesos de los días 9 y 10 de septiembre dice: “La tesis de graduar a los cerca de 4.000 jóvenes que salieron a protestar a las calles luego de la muerte de Ordóñez como milicianos es tan descabellada que no resiste ningún reporte de inteligencia”. Sin embargo, para la mamertada y sus idiotas útiles los acontecimientos mencionados fueron una “insurrección popular”, en donde podrían haber participado cientos de miles de ciudadanos; aunque en realidad lo hizo una cantidad inferior a 4.000, que representa menos del 0,008% de la población colombiana. No obstante, en la estrategia marxista el número es lo de menos, en vista de que se sigue al genocida chino Mao Tse-Tung, quien planteaba que una sola chispa puede incendiar la pradera.

No solo Mao esgrimió la teoría foquista para la toma del poder, sino que el Che Guevara consideraba que si las condiciones para la revolución no están dadas, el foco insurreccional las crearía, porque dentro de la combinación de todas las formas de lucha esas condiciones se pueden dar en el campo o en las ciudades; subrayando que el vandalismo y los actos terroristas en las diferentes protestas en Colombia son situaciones que han ocurrido desde hace varios años, puesto que muchas convocatorias a manifestaciones pacíficas terminan infiltradas por parte de grupos extremistas que desarrollan distintas formas de violencia, con todas las expresiones de odio que tiene el marxismo, ya que ese es uno de sus principios fundamentales.

Pero de manera farisea los comunistas y personajes proclives al totalitarismo hablan de un supuesto “odio” porque algunos ciudadanos rechazan su dogmática perversa. Y eso si es el mundo al revés, ya que la estafa comunista del marxismo-leninismo, que es seguida por las bandas narcoterroristas (Farc-disidencias y el Eln), ha sido en los últimos 102 años la madre del odio, la mentira y el crimen para la humanidad, pues no hay que olvidar que el comunismo es responsable de millones de asesinatos perpetrados por los marxistas más conspicuos como son: Pol Pot, Stalin, Lenin, Mao Tse-Tung, Kim Il Sung, Fidel Castro y desde luego a las bandas armadas marxistas en Colombia les toca su parte de responsabilidad en esa calamidad; recalcando que el principio marxista de la lucha de clases es ni más ni menos que una vendetta, cuya práctica es igual a la de cualquier mafia.

Ahora bien, el común denominador de la secta marxista-leninista es el odio. De ahí la consigna que ha enseñado el comunismo totalitario a sectores ignorantes y atrasados que ha influenciado acerca de que para ser un buen revolucionario “hay que amar al pueblo y odiar a su enemigo”, pero cuál pueblo si la fauna comunista tiene su propia semántica y al término pueblo le coloca un significado diferente del que conocemos el resto de mortales. Indiscutiblemente, el odio es un patrimonio inamovible del marxismo, por ello no se explican en la lógica las posturas hipocráticas de los miembros de ese engendro, ya que para que exista la lucha de clases debe haber un odio inmenso.

Hasta donde se sabe, ni las Farc ni el Eln piensan abjurar de la lucha de clases (que es la base del odio), tampoco el resto de mamertería que abraza el esperpento marxista, pues la diabólica lucha de clases según las entelequias totalitarias es el motor de la historia. Entonces, la batalla de ideas se tiene que poner al orden del día para frenar las intenciones hegemónicas comunistas que buscan avasallar al verdadero pueblo colombiano, y por ello no hay que confundir la lucha de clases con la lucha social.

La narrativa de la lucha de clases se sostiene en el fetiche del materialismo histórico, en donde Mao Tse-tung decía que esa era una ley objetiva independiente de la voluntad del hombre; semejante exabrupto es propio de la fantasía enfermiza y burocrática producida por el marxismo, pues el oscurantismo del comunismo totalitario no tiene en cuenta el pensamiento ni el querer de las personas, sino que como cualquier secta religiosa cree de manera cerril en la superstición cuando menciona al materialismo histórico y la inevitabilidad como leyes determinantes.

De la misma manera que el marxismo-leninismo en una forma mendaz dice luchar a favor de los pobres y en contra del capitalismo (que tiene diferentes acepciones), el nazismo y el fascismo también manejaban esa prédica falaz, ya que tanto Hitler como Mussolini hablaban a favor de las masas necesitadas antes de llegar al poder, lo que significa que desde la visión del marxismo-leninismo este par de genocidas podrían aparecer también como “padres del proletariado”.

La chispa que enciende la pradera para hacer la “revolución”, y que hemos visto en Colombia durante muchas protestas a través de los años, está ligada a la lucha de clases, el odio, la violencia y el terrorismo. De ahí precisamente es fundamental la defensa de la democracia, debido a que es la única alternativa real y factible frente a la dictadura que le quieren imponer a los colombianos las fuerzas absolutistas del marxismo-leninismo, que emplean diferentes divisas para maquinar en contra de la libertad.