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La ganadería no se rinde

Por José Félix Lafaurie Rivera - 16 de Octubre 2015

La Región Andina se incendia abrasada por el sol, en uno de los más intensos veranos de los últimos tiempos, que además se prolongará hasta 2016, mientras en la Región Caribe ya no hay siquiera vegetación que se pueda quemar.

Sus llanuras son desiertos cuarteados en donde mueren los animales por miles -más de 34 mil este año-, y desde que empezó esta tragedia de eventos climáticos extremos en 2009, entre Niño y Niña van más de 13 millones de hectáreas afectadas y el hato nacional ya se redujo en un 10 %.

La producción de leche también ha sido golpeada, pero es todavía suficiente para abastecer a la industria, que solo acopia el 50 % de la producción total, mientras el otro 50 % -más de 3.000 millones de litros- se malvende en la informalidad, en detrimento de cerca de 300 mil pequeños productores que, además, no son objeto de crédito ni reciben asistencia técnica adecuada, porque tampoco están reunidos asociativamente para ser más productivos y fuertes frente al mercado. Mientras tanto, la industria aprovecha estas alarmas para invocar una escasez que no existe y convertirse en importadora para llenar sus bodegas a bajo costo, agravando aún más la crisis del sector.

En medio de este complejo escenario, 800 ganaderos colombianos se dan cita en Barranquilla, en el III Foro Internacional de la Leche, donde planteamos los casos de los principales productores mundiales -Nueva Zelanda, Estados Unidos, Francia y Alemania principalmente-, sus factores de competitividad y sus claves de éxito. Expertos de Brasil, Costa Rica y México presentaron también sus casos, más cercanos a nuestra realidad, y al final -tengo que decirlo-, hubo consenso en conclusiones ya conocidas.

Dicho de otra manera, sabemos lo que se debe hacer, pero el país no lo está haciendo. Es un deber ser planteado desde los Acuerdos de Competitividad de 1999, los Conpes de 2005 y los posteriores Programas de Transformación Productiva, pero aun así, la máquina de la reconversión no avanza, y ahora se le suma la necesidad urgente de una política pública de adaptación al cambio climático.

¿Qué han hecho esas potencias lecheras que nosotros no hemos hecho?

1.- Los gobiernos han asumido la producción y exportación de leche como un renglón de interés económico y obran en consecuencia, brindándole apoyo en investigación, ciencia y tecnología, asistencia técnica y políticas adecuadas de crédito. 2.- La dotación de bienes públicos -vías, servicios, energía, educación, etc.- concurre efectivamente a la competitividad y no a su deterioro. 3.- El acceso a tecnología y bienes de capital les permite a productores e industriales un proceso de innovación permanente. 4.- A partir de ese mayor nivel tecnológico, sus ganaderías han demostrado que con menos pueden hacer más. Menor hato que el nuestro o menos vacas en producción, pero con niveles óptimos de productividad y foco en la calidad. 5.- Sin perder el horizonte exportador, el mercado interno es la base del crecimiento sectorial, y así lo entiende su industria, que logra integrarse a los productores y explora nuevos mercados y líneas de negocio. No se debería importar leche hasta no acopiar, cuando menos, el 75 % de la producción nacional. 6.- Los modelos asociativos con prácticas de buen Gobierno, han demostrado sus bondades para disminuir costos, facilitar la asistencia técnica y la innovación, e integrarse adecuadamente con la industria y con los mercados.

Colombia también puede hacerlo si hay verdadera voluntad del Gobierno y todos los eslabones, con el esfuerzo ganadero a la cabeza, que nunca ha de faltar, porque aún en las peores crisis, la ganadería no se rinde.