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La "paz" va muy mal pero el resto...

Por - 27 de Abril 2015

va peor.

va peor.

Se nos parece Juanpa a uno de esos personajes del teatro de lo absurdo, que recitan sin parar un monólogo desconectado de la realidad, mientras el espectador se burla del personaje y su papel. O como ese Lobo Estepario de Herman Hesse, sepultado en su mundo imaginario, del que no vuelve más. Santos se chifló con su “paz” y se quedó solo con ella. Entre otras cosas porque no tiene nada más. Porque no oye los reclamos del actor verdadero, que se va convirtiendo en la gritería de los que padecen y mueren, víctimas del abandono, de la incuria, de la incompetencia.   Los maestros se toman la ciudad de Bogotá. Y se tomarán el país. Es la primera vez que tienen el respaldo unánime de los colombianos. Porque han sido engañados, burlados, maltratados.   Los agricultores están indignados y por eso sus Dignidades volverán a las carreteras a protestar abandonos y recordar traiciones. Y la cosa no se maneja con “chirrinchi”. El problema es perfectamente serio y de colosales dimensiones. Juanpa no sabe lo que pasa. O si lo sabe, no se inmuta.   La gente no soporta la carga de los impuestos. Y está furiosa. Con esa furia  contenida que explota un día de mercado cualquiera, y que cambia el rumbo de la Historia.   Los jóvenes no tienen un empleo formal, que es tanto como decir que no tienen ninguno. El DANE recita boberías y crece el feroz descontento que se expresa en los asaltos altransmilenio, los atracos callejeros, el consumo de la droga que saca a los dolientes de la realidad, sin llevarlos a parte alguna. Porque los sepulta en la nada.   La industria se desvanece hasta la desintegración. Es la consecuencia obvia de aquellas cargas en la tributación, más que descomedidas, brutales, de una educación decadente, de una economía que no tiene más endulzante que la corrupta mermelada. Y El Lobo Estepario cree que un país que aspira a no ser miserable, puede ser algo sin industria.   Las enfermedades no tienen cura. El que necesita cita con un especialista está perdido, porque no hay citas por la grave razón de que tampoco hay especialistas. Los hospitales se caen de abandono y los pacientes se mueren a sus puertas.   Como la economía se contrae, a ojos vista y pasos agigantados, languidecen las inversiones, escasean los empleos y lo que se produce, muy poco, cobra precios más altos para un consumidor derrotado y empobrecido. Las importaciones cayeron al piso y las exportaciones son doloroso recuerdo de un pasado mejor.   Hasta los presos la llevan peor que lo que debieran soportar. Los hacinamientos claman al cielo y conmueven los lamentos de aquellos desgraciados, que parecen expulsados del género humano.   De tanto manosear la justicia, no solo la corrompió Juanpa, volviéndola política, sino que la degradó haciéndola subalterna de las pasiones más bajas. No tardarán los jueces en cerrar otra vez los despachos donde hoy mal despachan.   Y como en los versos de Zalamea, crece la audiencia. Los transportadores se llaman a engaño, los comerciantes notan que se les va la clientela, los hoteles se quedan sin viajantes y los bancos, era lo que faltaba, sin quien se interese por sus millones.   Y Juanpa sigue allá, entre sus brumas, recitando su monólogo inconexo, despreciable, errático y falaz. Y lo malo es que Hesse no le encontró cura al Lobo ni Ionesco a sus sombras enloquecidas.