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La senda latinoamericana

Por - 01 de Marzo 2023

El 7 de agosto durante su investidura como presidente de Colombia, Gustavo Petro en su discurso, manifestó: “la unidad latinoamericana no puede ser una retórica”, algo que de acuerdo a la hermenéutica es cierto, lo que pasa es que hay que saber con quién se hace la unidad y cuáles son los objetivos que se persiguen en esa integración, para no repetir los fracasos que han sucedido en otras partes del mundo.

El 7 de agosto durante su investidura como presidente de Colombia, Gustavo Petro en su discurso, manifestó: “la unidad latinoamericana no puede ser una retórica”, algo que de acuerdo a la hermenéutica es cierto, lo que pasa es que hay que saber con quién se hace la unidad y cuáles son los objetivos que se persiguen en esa integración, para no repetir los fracasos que han sucedido en otras partes del mundo.

Nuestros libertadores plantearon la construcción de una Patria Grande hace más de 200 años, esa era una empresa loable, pero con lo que no contaron los padres de la independencia fue con la aparición en nuestro tiempo en algunos países de la región de regímenes totalitarios pertenecientes al engendro del socialismo del siglo XXI, que sin lugar a dudas es otra mascarada del marxismo; lo que dificulta buscar una integración realista, ya que el comunismo pretende ante todo avasallar y expoliar a los pueblos para beneficiar a sus élites, demostrándose que la unidad latinoamericana que predica dicha corriente, es un ardid para meterle gato por libre a los crédulos.

También ha conspirado en contra de la integración el poco desarrollo social y económico de Latinoamérica, que la convierten en la región más desigual del mundo; además los 34 países de América Latina y el Caribe escasamente representan el 8% del PIB mundial, lo que prueba a las claras que el “imperio” no necesita de algunos países ubicados al sur de su frontera, y por el contrario prácticamente dichos países no podrían subsistir sin Norteamérica, principalmente por las remesas que son el soporte económico de algunos de ellos, comenzando por Venezuela, Cuba y Nicaragua que viven de esas remesas con sus regímenes comunistas; determinando que los estados manejados por camarillas marxistas son un disolvente para la integración por la falta de productividad y por sus intenciones totalitarias. 

Por eso pensar en una integración latinoamericana, con gobiernos como el de Cuba, Venezuela y Nicaragua, es una quimera, porque hacer alianzas con las dictaduras antes mencionados no ayuda en nada, y en cambio aumenta las desgracias y sufrimientos para nuestros pueblos, debido a que el marxismo leninismo en todas sus aplicaciones es una imprecación para las naciones, pues sus fundamentos han sido la dictadura, la miseria y la violencia como condiciones necesarias de su existencia.

Siempre hay que mencionar que Hugo Chávez azuzado por el dictador Fidel Castro, quería montar la Unión Soviética de Latinoamérica, no propiamente para el progreso de las naciones de esta parte del mundo, sino para reeditar esa gigantesca dictadura totalitaria fracasada en Europa Oriental, porque los alucinados que siguen a la estafa comunista del marxismo leninismo, han creído que ese engendro totalitario es “todopoderoso”, dado que siguen insistiendo en los fetiches del materialismo histórico y la inevitabilidad, advirtiendo que la doctrina absolutista de Marx es indudablemente supersticiosa, inhumana y antihistórica.

Volvemos a reiterar que los regímenes del socialismo del siglo XXI a los cuales hemos hecho alusión, como dice el adagio, no tienen ni arte ni parte en una verdadera integración latinoamericana, porque sabemos hasta la saciedad que por ser el comunismo estatista, burocrático y adocenador su única preocupación es montar conciliábulos o nomenclaturas, para parasitar a perpetuidad con la cosa pública, aplastando la libertad y la democracia.

A la nomenclatura del partido comunista cubano no se le puede olvidar, que recibió durante 58 años más de 300 mil millones de dólares que le regalaron la URSS y Venezuela. El caso venezolano es más patético porque durante los años del chavismo en el gobierno se ha cometido un descomunal latrocinio con los recursos de la venta de petróleo, cuantía que ningún país de la región ha recibido. Pues la miseria de las masas es total en la patria de Bolívar, sin embargo, Nicolás Maduro se exculpa con el cuento de la “guerra económica y el bloqueo”, así que con esa presentación a los regímenes del socialismo del siglo XXI habrá que marginarlos de una autentica integración.

Hugo Chávez en su burocratismo marxista, creía que la unión de Latinoamérica se hacía mediante aparatos, por eso creó el ALBA (alianza bolivariana para los pueblos de nuestra América), la CELAC (comunidad de estados latinoamericanos y caribeños), PETROCARIBE y el Banco del Sur el cual nació muerto, también ayudó a formar otro aparato conocido como UNASUR (unión de naciones sudamericanas) que está en vía de extinción. Con todos esos embelecos lo que buscaba el difunto presidente, era empoderar las ideas nefandas del socialismo del siglo XXl, ignorando la auténtica integración.

El libertador Simón Bolívar en la carta de Jamaica, en Kingston del 6 de septiembre de 1815, planteaba la construcción de una sola nación en el Mundo Nuevo, por su origen, lengua, costumbres y religión, que debería tener un solo gobierno con una Confederación de Estados, sin embargo veía la imposibilidad de ese proyecto, por los climas remotos, situaciones diversas e intereses opuestos que dividen a la América.

También José de San Martin el otro libertador de América, de la misma manera quería que se lograse una integración que abarcara todos los frentes de su época, en lo económico con una unión aduanera, en lo político para garantizar la defensa común y en lo social reivindicando la cultura latinoamericana, de ahí podemos observar que nuestros próceres desde los albores de la independencia buscaban la unidad de nuestros pueblos, pero en la contemporaneidad para la integración se tiene que descartar la ruindad del marxismo, que con el socialismo del siglo XXl pretende crear una esclavitud en las naciones de América Latina, mediante dictaduras oprobiosas eternas.

Una verdadera integración de Latinoamérica de ninguna manera puede pasar por las fauces del esperpento comunista totalitario, por ello es menester desechar a los regímenes que mencionamos al principio, y para contrarrestar las posturas del potencias extranjeras que afectan significativamente a la región, de manera coetánea se podría implementar un Mercado Común Latinoamericano, porque una realidad nos trae otra realidad a la que se debe enfrentar con inteligencia y valor, visto que frente al chovinismo, censura migratoria y el proteccionismo a ultranza, la unidad con naciones de gobierno responsables y democráticos es la salida, para llegar a la integración de los países, pero algunos de ellos se deben de liberar de la deformidad del marxismo leninismo.