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Me amarás a la fuerza

Por Paloma Valencia L. - 21 de Enero 2016

Si algo no soporta este Gobierno es la crítica, la oposición. Los primeros síntomas fueron visibles cuando Uribe –quien había sido fundamental para la primera elección- se apartó de las decisiones de Santos.

Si algo no soporta este Gobierno es la crítica, la oposición. Los primeros síntomas fueron visibles cuando Uribe –quien había sido fundamental para la primera elección- se apartó de las decisiones de Santos.   Sobrevino la campaña difundiendo supuestos escándalos de corrupción del Gobierno Uribe. Se anunció un desfalco a la salud en billones, y tantos otros que en nada quedaron. Se recurrió a insultos que incluían ponchos y cuchillos y fascista y nazi. Vinieron también las persecuciones judiciales a los uribistas.   Se juntó “la dicha y la hermosura”: procesos absurdos, penas infinitas para “probar” la supuesta corrupción. Eliminación de eventuales contendores como Luis Alfredo Ramos, oportunos escándalos con propósitos electorales como el supuesto hacker; venganzas personales como la nueva investigación a Pacho Santos.

Nos tienen acostumbrados a la discriminación política. A la hora de nombrar, nadie que sea uribista, como si el Estado fuera un feudo personal. ¡Ay! de un funcionario amigo o pariente de un uribista; sentirá los rigores del primogénito que implacable exige renuncias y despidos.   Los gremios ya venían asolados. No es raro oír empresarios temerosos de vincularse al Centro Democrático, incluso sintiéndose obligados a aportar a las campañas del Gobierno que no comparten, pues cuentan que a este o a aquel le advirtieron. Para ellos la amenaza es la Dian o el Invima, trámites y visitas que no acaban. El presidente de la Andi fue impuesto por el Gobierno, y era su propio ministro.   El Gobierno ha tratado de acapararlo todo, y como quedan aún vestigios de crítica el turno le tocó a Fedegán. Lafaurie crítico del gobierno, visible uribista, además representa un gremio con discrepancias frente al proceso de la Habana, pues los ganaderos han sido uno de los sectores más asolados por las Farc que los secuestra, extorsiona y asesina.   Arrebatando el Fondo Nacional del Ganado a su gremio, el Gobierno resuelve 2 problemas al mismo tiempo. Por una parte, tiene la mermelada para beneficiar solo a aquellos que lo apoyan, al tiempo que “estimula” nuevos adeptos. El asunto es crucial para el acuerdo de la Habana donde las Farc pretenden -con el beneplácito del Gobierno- diseñar e imponer la política agropecuaria. Para este gobierno centralista, para el que el tal agro no existe, esta entrega es insignificante. Y para silenciar las voces y doblegar las voluntades abusan y aplastan.   La usurpación estaba fraguada desde el proyecto del Plan de Desarrollo, ya entonces se comentaba que iban detrás de Lafaurie y de Fedegán. Valiéndose de trampas cambiaron la ley con el artículo 106 del Plan y luego con artilugios emitieron decretos aplicables a un solo agente: Fedegán. Con el diseño a la medida le advierten a los ganaderos que la paz está cerca y que tendrán que aceptarla a las buenas o a las malas. Y le insinúan a los demás gremios cuál y cómo es la política del gobierno. Esta paz se parece a la de los romanos; sobre los restos y ruinas derraman sal como símbolo de que nada podrá renacer.   Este Gobierno oprime y reprime; pero entre más dura la táctica más firme será la resistencia.