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Muerte y terrorismo comunista

Por Ariel Peña González - 17 de Septiembre 2020

Hay que impulsar debates a favor de la democracia y en contra del totalitarismo comunista en todas sus expresiones, antes de que sea demasiado tarde.

Hay que impulsar debates a favor de la democracia y en contra del totalitarismo comunista en todas sus expresiones, antes de que sea demasiado tarde.

Hay que destacar la columna del periodista Mauricio Vargas en El Tiempo del domingo 13 de septiembre, titulada: “La Partera de la Historia”, ya que en el país por su atraso ideológico en varios sectores de la sociedad, ese tema es un tabú, cuando indiscutiblemente “la violencia como partera de la historia” es un principio comunista al cual no han renunciado sus militantes, porque es similar a la Eucaristía para los Católicos, o sea un fundamento inquebrantable, y lo acabamos de ver en los últimos días especialmente en Bogotá en donde los grupos terroristas marxistas pusieron en práctica la llamada “violencia revolucionaria”, a raíz de la muerte del abogado Javier Ordoñez en un hecho desgraciado cuya responsabilidad es de unos policías.

Históricamente el comunismo ha usado cualquier tragedia, en especial lo relacionado con la muerte, para poner en práctica sus aviesos planes, cuando no está en el poder, porque cuando lo tiene, los miles de genocidios que han cometido los regímenes marxistas, para ellos son solo datos estadísticos, como los 140 millones de asesinatos que han causado los comunistas durante el último siglo en diferentes naciones; lo que también demuestra que la muerte en Colombia de un ciudadano le sirve de manera ruin al comunismo cuando la puede utilizar para hacer terrorismo y política.

Hay una consigna que desde hace décadas tienen los mamertos de diferente pelamen, para hacer exaltación a la violencia, que dice: “por nuestros muertos ni un minuto de silencio, toda una vida de combate” y ese combate es claramente la expresión del terrorismo como el que ha vivido Colombia con las guerrillas narcocomunistas, que fueron creadas a partir de la década de los sesenta del siglo pasado por el marxismo para la toma del poder, por ese motivo la población ha sido víctima de una organización diabólica, como es el comunismo totalitario, en donde se encuentra el trono de Satanás de acuerdo a la Biblia en Apocalipsis 2:13.

Juan Manuel Santos siendo presidente, el 16 de junio de 2016 en Medellín en el marco del Foro Económico Mundial (WEF) para América Latina dijo: “Las Farc están preparadas para la guerra urbana, si fracasa el proceso de paz” y agregó “la guerra urbana que es más demoledora que la guerra rural” y aunque todavía teóricamente existe ese proceso que le trajo únicamente beneficios a jefes de la banda armada, sabemos que eso fue una estrategia comunista para desarrollar su proyecto político hacia la toma del poder, impulsando la insurrección molecular disipada que se da especialmente en las grandes ciudades, en donde indefectiblemente los actos terroristas son la táctica principal para la desestabilización de país.

No hay que olvidar que el terrorismo que eufemísticamente llaman “guerra” es inherente al lastre marxista leninista, que es la doctrina que siguen las Farc y el Eln que han buscado mediante atentados chantajear a la población para dominarla, por ello se recuerda que el nazismo, el fascismo y el comunismo han practicado el terrorismo haciendo apología del mismo, de ahí que Hitler afirmaba: “las masas necesitan de eso, algo que les cause pavor.”

El cabecilla guerrillero Mono Jojoy en julio de 2001, amenazó a las ciudades colombianas con la siguiente perla: “aquí en la selva solo quedaran ratones, dantas, pavas y paujiles, porque las guerrillas van para la ciudad…. Allá nos pillamos”. Ese jefe subversivo fue dado de baja en el 2010, sin embargo la guerrilla ha llevado el terrorismo a los grandes centros urbanos, con atentados como el del club del Nogal en Bogotá en el 2003, el secuestro de los diputados del valle y el genocidio de 21 indigentes el 7 de agosto en 2002, además en los dos últimos años con el atentado terrorista en enero de 2019 por parte del Eln a la Escuela General Santander y aprovechando las protestas de noviembre del año pasado y lo ocurrido con el abogado Ordoñez en estos días, ello le ha servido al terrorismo comunista para sus acciones demenciales.

El criminal comunista del “che” Guevara, invitaba a sus correligionarios a convertirse en terroristas y asesinos, eructando la siguiente frase: “¡esta es una revolución! Y un revolucionario debe de convertirse en una fría máquina de matar motivado por el odio puro” y en otra oportunidad decía: “ante la duda, mátalo” y ese sicópata es precisamente el que ha “inspirado” en Latinoamérica a las guerrillas terrorista como es el caso del Eln y las Farc, por ello todas las aflicciones que han habido en Colombia durante el prolongado conflicto son responsabilidad del marxismo leninismo con sus bandidos, teniendo como referente al genocida del “che” y siguiendo sus enseñanzas.

Queda claro que el terrorismo para el comunismo totalitario sigue siendo sin ninguna vergüenza “otra forma de lucha”, dentro de la violencia revolucionaria, por lo que los acuerdos del gobierno de Santos con las Farc definitivamente no lograron reducir la violencia, pues los actores terroristas incursos en la ideología del marxismo leninismo como el Eln, las Farc (que llaman disidencias) y grupúsculos de menor significación usan el terrorismo para alcanzar sus perversos fines, de ahí que hay que unir a la ciudadanía para enfrentar con denuedo este flagelo.

Karl Marx declaraba: “Cuando llegue nuestro momento no disfrazaremos nuestro terrorismo”, que es el mismo que busca que el miedo se apodere de las personas para debilitarlas y obligarlas a renunciar a sus responsabilidades, al convertirlas en objetos de posibles acciones violentas que hace imposible en la vida cotidiana la convivencia en paz y libertad.

Los denominados grandes medios de comunicación, deberían de seguir el ejemplo del periodista Mauricio Vargas y homologar su columna de El Tiempo, impulsando debates a favor de la democracia y en contra del totalitarismo comunista en todas sus expresiones, antes de que sea demasiado tarde, y no dejarse llevar por sectores del mismo marxismo que astutamente dicen que “el comunismo no existe”, con el fin de que los demócratas bajen la guardia.