El dilema de las redes sociales es el nombre de un interesante documental de Netflix el cual vi con detenimiento el pasado fin de semana, y que inicia con la frase de Sófocles con la cual he decidido titular. En pocas palabras mi conclusión, es que allí, en esos espacios digitales, casi se ha formado un lejano oeste, en donde la mayoría de los usuarios son de bien, pero se ven expuestos a una serie de personajes que tratan de aprovecharse de la falta de regulación del sistema.
Es como navegar en aguas internacionales, no hay normativas claras, ni existen leyes de protección a la intimidad digital o similares. Al respecto, en Colombia, recientemente la Superintendencia de Industria y Comercio - SIC, colocó en cintura a los llamados influenciadores, exigiéndoles dar claridad sobre su estrategia de promoción y hacer explicito para quién trabajan.
Pero aparte del importante avance de la SIC, lo que sí es cierto, y se trata muy bien en el documental, es que las “fake news” o noticias falsas están a la orden del día en las redes sociales. Pero tales noticias no se originan en una simple situación de broma o juego del “pastorcito mentiroso” sino que la mayoría de las veces tiene una intencionalidad política definida dentro de una macro estrategia.
Los sectores agrícola y ganadero a nivel mundial, de manera permanentemente se ven abocados y sofocados por este tipo de situaciones. Ejemplos elementales de noticias falsas como que las vacas son las responsables del cambio climático, o que comer cereales, vegetales o carnes rojas disminuye la esperanza de vida, se encuentran en la red sin ningún tipo de evidencia científica, pero sí impulsados por la acción repetitiva de determinados usuarios.
Cabe aquí el sencillo ejemplo de la taquilla. Llegas a un evento en donde debes hacer fila, y a pesar de haber muchas taquillas vacías para el pago de entrada, terminas haciendo la única fila porque consideras que es la entrada habilitada. No preguntas, no analizas, solo te dejas llevar porque la masa de personas está allí.
Eso mismo ocurre con las noticias falsas. Como muchos la repiten, entonces ya se considera que es “realidad”. Al respecto tenemos entonces dos situaciones. La primera: grandes corporaciones, gobiernos o personas buscando generar una situación a través de la influencia. La segunda: la ligereza de nosotros al no ser rigurosos en el análisis de lo que nos muestran.
¿Por qué digo grandes corporaciones, incluso ONG? Por supuesto las interesadas, por ejemplo, en culpar del cambio climático a los sectores más frágiles de las economías, como pueden ser quienes componen los agropecuarios.
¿Por qué digo gobiernos? Vale recordar como los intereses geopolíticos y de estructura de poder han hecho que gobiernos externos hayan querido influenciar electores utilizando redes sociales.
¿Por qué digo personas? Solo note en nuestro ámbito cercano como determinados personajes, a través de las redes, llaman al caos e incluso a “incendiar” las ciudades. Y no hablo del Guasón en Batman.
Sin embargo, el problema no son las redes. Al contrario de lo que propone el documental, considero que deben seguirse usando e invito a quienes hacen parte del sector ganadero y agropecuario a que lo hagan, pues también tenemos derecho a manifestarnos, por supuesto siempre con respeto y fieles a la verdad.
Son la herramienta de comunicación del siglo XXI. Lo que resulta importante es que exista regulación en ellas, no solo en el orden nacional sino en el internacional con el fin de evitar el mal uso de la herramienta. Hoy diría Sófocles “nada es perfecto”, pero podemos sacar lo bueno de ellas.
@ojcubillosp