Su estructura es como la de una esponja por la gran cantidad de poros que posee. Gracias a ellos el ciclo del agua puede llevarse a cabo de manera normal, reteniendo humedad y recargando acuíferos. La composición de un suelo sano incluye 25% aire, 25 % agua, 45% de piedra, arena y arcilla y 5% de materia orgánica, que es la que le da la fertilidad. El suelo constituye un recurso natural que presta valiosos servicios ambientales. Por esta razón ser dueño de finca implica una responsabilidad social. Al usarlo racionalmente el productor garantiza también la sostenibilidad de su producción. El problema comenzó en forma masiva el siglo pasado con la llegada de la Revolución Verde, fundamentada en tumbar bosques para sembrar pastos. El modelo de producción resultante nos está dejando como legado suelos compactados, erosionados y en algunos casos salinizados, que pierden aceleradamente su capa vegetal y consecuentemente su fertilidad y capacidad productiva. A la luz del documento “Estudio nacional de la degradación de suelos por erosión en Colombia, 2015”, publicado por MADS, IDEAM y U.D.C.A., de los 34 millones de hectáreas que tiene el país en ganadería, el 77,3% tiene algún nivel de erosión. En muchas fincas no se maneja bien la rotación de praderas, con el agravante de que en las épocas críticas tampoco se suplementa el ganado. La consecuencia es el sobrepastoreo, el cual disminuye la cobertura vegetal, deja el suelo expuesto a los rayos del sol y a la erosión causada por la lluvia o el viento. A causa del pisoteo frecuente del ganado o por el peso de los tractores y equipos, se genera compactación, situación en la cual se afecta la estructura del suelo y se tapan los poros o disminuye su tamaño. La compactación impide que las raíces se profundicen, disminuye o elimina la retención de agua y la recarga de acuíferos; se incrementa la erosión eólica e hídrica que arrastra grandes masas de suelo (especialmente la capa orgánica) a los cauces de los ríos y quebradas. Cuando la erosión se presenta en zonas de ladera con suelos descubiertos, dependiendo de la inclinación de la pendiente y de su longitud, se pueden perder hasta 300 toneladas de suelo/ha/año. Para llevar a cabo un buen manejo del suelo se requiere, entre otros: 1. Realizar una rotación adecuada de los potreros, aplicando prácticas como el Pastoreo Racional Voisin, 2. Suplementar durante las épocas críticas para disminuir la presión excesiva sobre los potreros y el sobrepastoreo, 3. No exceder la carga animal por hectárea, especialmente en la época de lluvia, 4. Para descompactar, usar subsolador o renovador de praderas o sembrar cultivos cuyas raíces tengan la capacidad de penetrar las capas compactadas, 5. Fertilizar con base en el análisis de suelo, de ser posible, incluyendo fertilizantes orgánicos o biológicos. Recomendación especial merecen los sistemas silvopastoriles, que reintroducen la cobertura arbórea en los potreros y además de brindar bienestar a los animales y aumentar la productividad por hectárea, contribuyen a la formación de suelo fértil, la retención de humedad, la infiltración y la actividad biológica del suelo. Es hora de cuidar y usar racionalmente nuestro suelo. Este es parte del Capital Natural con el que contamos para producir carne y leche. Nos corresponde preservarlo para las futuras generaciones. Carlos Osorio M.V. [email protected]
/?w=256&q=100)
Nos estamos quedando sin suelo ganadero
Por - 10 de Mayo 2018
El suelo constituye un valioso recurso natural. Nos corresponde usarlo racionalmente para no afectar a nuestras comunidades y garantizar la sostenibilidad de la producción ganadera.
Lo que denominamos suelo, constituye la capa externa de la corteza terrestre y su formación le tomó a la naturaleza millones de años.