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Otra jugada del clima y una disculpa

Por Oscar Cubillos Pedraza - 05 de Agosto 2020

El contrato de proveeduría es un esencial elemento que los productores siempre han solicitado, pero al que la industria le ha hecho al quite ¿por qué no hacerlo ahora?

Entre las mil y una razones que los industriales de la leche expresaron para justificar una “enlechada” y por lo tanto una baja a los precios pagados al productor, estuvo la relacionada con la entrada de una nueva temporada de lluvias.

Como ya fue evidenciado, “enlechada” no hubo, así lo demostró el bajísimo nivel de inventarios, y el mejor pago al productor desde finales de 2018 hasta mayo de 2020 como consecuencia de la falta de leche. Pero para no ahondar más en la discusión sobre una enlechada que no existió vamos al tema de interés. El clima.

Típicamente la primera temporada de lluvias se hace evidente en el país hacia finales de marzo y se mantiene hasta finales de junio, siendo el mes de abril el de mayores precipitaciones, de allí el dicho “en abril lluvias mil”.

Pero como desde hace unos años debemos lidiar con el cambio climático, y con la aparición de fenómenos de el Niño y la Niña, es ya común que se presenten atipicidades climáticas. Efectivamente eso ocurrió en 2020 cuando no apareció el invierno ni en abril, ni en mayo, y solo lo hizo hasta mediados de junio permaneciendo en julio.

Y efectivamente, la situación registrada fue la que pronosticó el IDEAM en su informe mensual de julio, en donde indicaba que se presentarían lluvias por encima de lo normal en la región Andina y en la costa Caribe. Así ocurrió.

Además, el mismo IDEAM indica que para los meses de agosto a octubre se presentarán lluvias por debajo de lo normal en la mayor parte del territorio nacional, y además muestra que la mayor probabilidad de ocurrencia climática hoy está centrada en que sean condiciones neutrales y no de un fenómeno de la Niña o lluvias excesivas como algunos afirmaban, con el objeto de bajar el precio a los productores de leche.

Ahora lo que bien vale suponer, es si a partir de agosto el clima se normaliza, y la normalidad para esta época es lo que conocemos como veranillo, de nuevo se registrará una contracción en la producción. ¿Qué pensará la industria que dejó de acopiar e incluso perdió proveedores de leche cruda? Seguramente la situación va más allá de una disculpa con los productores.

Es la oportunidad entonces para establecer un elemento que cualquier relación comercial debe contener. Como es el caso de contratos de proveeduría, con el fin que tanto ganadero como industrial, tengan las reglas claras de lo que se va a comprar y vender, y se eviten futuras situaciones como la actual. El contrato de proveeduría es un esencial elemento que los productores siempre han solicitado, pero al que la industria le ha hecho al quite ¿por qué no hacerlo ahora?

Una de las enseñanzas que podeos sacar de esta coyuntura lechera, es que en la medida que pueda conocerse más información sobre el estado de precios, mercados, inventarios, y como en este caso clima, los productores tendrán menor posibilidad de ser sujetos a desinformación y especulación.