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Parte de tranquilidad

Por José Félix Lafaurie Rivera - 10 de Abril 2020

Frente al momento difícil que vive el país, el título de esta columna sonará muy optimista para unos y engañoso para otros, más interesados en usar políticamente la crisis que en ayudar a superarla

…en atacar al presidente y seguir dividiendo al país, que en cohesionar a la sociedad para derrotar la pandemia y empezar a trabajar en la construcción, cuando vuelva a salir el sol, como en las distopías literarias y cinematográficas, de una nueva economía, una nueva forma de relacionarnos, unas nuevas prioridades, un nuevo país con un nuevo y mejor Estado.

De dónde tanto optimismo, se preguntarán los lectores. Empecé a escribir después de una reunión virtual del Consejo Gremial Nacional con el presidente Duque y sus ministros relacionados con los aspectos estratégicos de la crisis; y aunque yo pueda ser calificado de “gobiernista”, esa sensación de “parte de tranquilidad” no fue solo mía, sino de todo el Consejo Gremial.

Este no es espacio suficiente para detallar el completo informe del Gobierno, pero sí para compartir algunas reflexiones. En principio, al hablar de “parte de tranquilidad”, no me refiero a un “tranquilos, que aquí no pasa nada”. Por el contrario, escuchamos a un presidente realista pero sereno, riguroso en sus análisis, firme en sus decisiones, todas con respaldo técnico y voluntad de acertar.

Fueron claras sus advertencias sobre la gravedad y duración de la crisis -esto no acaba el 27 de abril ni el 27 de mayo-, la necesidad de trabajo conjunto con el sector privado y la corresponsabilidad de todos. Quedó claro el compromiso del Gobierno y sus prioridades: La vida y la salud, la protección de los más vulnerables, la preservación del empleo y una estrategia “inteligente” para no frenar en seco la economía y, más bien, ir reencendiendo motores de sectores prioritarios, con estrictos protocolos de bioseguridad.

En medio del dolor por la enfermedad y las lamentables muertes, al comparar el manejo de la crisis y las cifras de afectados, podemos afirmar que, por la oportunidad y contundencia de las decisiones, Colombia y su presidente salen muy bien librados, a nivel mundial y continental.

Escuchamos también a un ministro de Salud que proyecta seguridad e inspira confianza; informado y comprometido con el papel de su cartera como línea del frente en esta batalla. Sin duda, tres millones de testeos durante las próximas semanas serán definitivos para aplanar aún más la curva y mejorar la capacidad de respuesta hospitalaria y de cuidados intensivos.

La vicepresidenta mostró liderazgo en las acciones para garantizar el abastecimiento estratégico y definir los protocolos para el “reencendido inteligente” de la economía. Comparto, además, su llamado a prepararnos para una “nueva normalidad”.

Quedo en deuda con el tema agropecuario y la proactiva gestión del ministro Zea, pero quiero resaltar el realismo de ministro Carrasquilla, quien afirmó que, yéndonos bien, el crecimiento será de menos 2%, y el déficit crecerá irremediablemente. Aun así, medidas como la capitalización del Fondo de Garantías y la compra de deuda pública y privada por parte del emisor, además de la orientación de recursos hacia la salud, los más vulnerables y el crédito, han sido adecuadas y efectivas. Hacia delante vendrá la revisión de la Regla Fiscal para permitir una expansión del gasto que ayude a conjurar los factores de crisis, seguida de un duro ajuste durante dos años que, seguramente, obligará a rediseñar el papel y el tamaño del Estado.

Sentimos compromiso en el presidente y su gobierno; sentimos que estamos en la misma barca, no vemos la orilla y la tormenta arrecia, pero tenemos buen timonel.