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Foto: Las2orillas.co

Petro le está haciendo mucho daño a Colombia. Y tendrá que renunciar

Por Carlos Alonso Lucio - 29 de Mayo 2023

Los colombianos sabemos que el país no aguanta tres largos años más de su gobierno destructivo. El grito “Renuncie Petro” se convertirá pronto en una causa cívica

Lo afirmo porque me cuento entre quienes advertimos, desde un comienzo, que elegir a Petro sería un grave error. El argumento siempre fue el mismo: no vayan a elegirlo porque Petro tiene una personalidad muy dañina.

Inclusive, dije que se equivocaban quienes enfrentaron la campaña presidencial en clave de derechas e izquierdas. El problema principal de Petro no es ideológico; el problema mayor radica en que su condición psíquica siempre lo conduce a buscar qué destruir. Él siempre anda tras la destrucción de alguien o de algo.

Desde que lo conozco, nunca lo he visto moverse para construir algo o para ayudar a alguien. Siempre está intentando hacer algún daño. Su personalidad siempre está pendulando entre dos extremos: o lo mueven sus resentimientos o lo paralizan sus complejos. Por eso lo hemos visto frenético contra los empresarios o contra las fuerzas armadas constitucionales, eso sí, siempre detrás de un micrófono y de un atril, y lo hemos visto, también, incumplir y dejar plantadas a las personas cuando se trata de reuniones en las que no basta la perorata sino que tendría que sostener un diálogo de calidad con interlocutores de calidad.

Pónganle cuidado y verán que cuando él tiene una reunión con personas importantes, que saben de algún tema importante, entonces no llega, simplemente, o se inventa alguna excusa para no llegar. Eso pasó cuando dejó plantados a los magistrados de las altas cortes en una cena en la cual él era el anfitrión. Eso ocurrió cuando dejó plantado al señor Macron, presidente de Francia. Eso fue lo que también pasó cuando dejó metidos al expresidente Santos y a sus asesores de paz en el viaje que hicieron a Cartagena para intentar ayudarle a Petro a revisar ese esperpento ético y conceptual que se llama Paz Total.

Por todas partes circulan muchas versiones sobre los motivos que ocasionan que Petro falte tanto y no llegue a cumplir con compromisos que son de primera importancia. Yo no sé si son ciertas o no. De lo que sí estoy seguro es de que él es una persona llena de complejos que lo paralizan y lo llevan a hacer hasta lo imposible para no tener que discutir temas serios con personas serias.

Naturalmente, ese tipo de conductas provocan que Petro ya esté haciéndole mucho daño al país. Desde el 7 de agosto que se posesionó, los colombianos hemos venido atravesando por tres tipos de actitudes distintas frente al gobierno. La primera, que podríamos decir que duró hasta diciembre, consistió en callarnos la boca, desearle lo mejor y darle el compás de espera para que nos demostrara que éramos nosotros los estábamos equivocados. Queríamos que hiciera un buen gobierno y que adelantara las reformas que todos sabemos que se necesitan. La segunda, que podríamos decir que duró desde enero hasta que echó al ministro Ocampo y a la ministra López y hasta que le ordenó a la base militar de Los Pozos que se paralizara y no apoyara a los policías que estaban siendo atacados por las milicias del “señor” Iván Mordisco, orden con la que los policías terminaron rendidos, humillados y torturados. Uno de ellos degollado frente a sus compañeros. Esta segunda actitud consistió en hacerle críticas de buena voluntad con el deseo sincero de que rectificara sus posiciones, de que escogiera mejores funcionarios, de que aceptara las modificaciones a eso que el Pacto Histórico llama reformas. Hasta que nos dimos cuenta de que nada de eso iba a ocurrir. De que su verdadera intención no son las “reformas” sino destruir lo que hay. De allí para acá los colombianos hemos venido llegando a la conclusión de que con Petro no hay nada qué hacer. Que lo que él quiere es destruir la democracia y la economía. Que ya comienzan a verse y a sentirse las consecuencias de los daños que hace. Y que la única solución para que no acabe con el país y podamos emprender un camino de construcción de Colombia es que Petro se vaya. En eso consiste la tercera actitud.

Los colombianos sabemos que todavía falta demasiado tiempo para que termine su cuatrienio y que el país no aguanta tres largos años más de su gobierno destructivo. Los colombianos sabemos que no lleva ni siquiera un año, pero sentimos como si llevara un siglo. Sabemos que en tres años más alcanza a destruir la democracia, alcanza a destruir a Ecopetrol, alcanza a destruir al empresariado, alcanza a destruir a las FFAA constitucionales, alcanza a destruir el empleo, alcanza a destruir la libertad de prensa.

Cada día más, los colombianos estamos entendiendo que la solución pasa por que Petro se vaya. No me cabe la menor duda de que el grito de “Renuncie Petro” se convertirá muy pronto en una causa cívica.

Repito: la renuncia de Petro será, muy pronto, la gran causa cívica de los colombianos.
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