28 días de protestas se completan, lo que incluye acciones ilegales de bloqueo en más de 2500 puntos de vías y vandalismo contra bienes públicos y privados. La economía colombiana ya resiente pérdidas de más de un punto del PIB, es decir unos diez billones de pesos, mientras que en el sector ganadero ya rozan el medio billón ¿quién responde?
Claro que hay descontento social, que requiere análisis crítico para no verlo con el estilo sesgado y tapándose los ojos como lo hace la comunidad internacional. El primer descontento surge a partir de las decisiones de muchos mandatarios locales de cerrar diferentes sectores de la economía, o las economías completas, durante muchos días de las semanas con el fin de “evitar” la propagación de la covid19.
Por supuesto esas condiciones de aislamiento obligatorio terminaron por deteriorar el ingreso monetario de hogares y empresas que ya no aguantaban más cierres luego de un año. Lo que es curioso es que cuando iniciaron las protestas relajaron las medidas y después de haber llevado la “olla a la máxima presión”, hasta hacerla explotar, ahora salen a recoger réditos políticos e incluso, ahora sí, permitir la apertura del comercio y la economía.
Lo segundo. Hay descontento social de la gente de bien que debe ir a trabajar, para sacar sus negocios, empresas y familias adelante, porque encuentran el bus de su transporte vandalizado o porque el pedido que deben entregar al otro lado del país no podrá hacerse pues algunos personajes decidieron tomarse la vocería de más de 50 millones de colombianos sobre ciertos temas solo de su interés, bloquear las vías y pisotear los derechos de quienes quieren ir trabajar con juicio y disciplina.
Mientras tanto las noticias falsas efervescen en las redes sociales patrocinadas por personajes y grupos que buscan pescar en río revuelto pues el caos les favorece. Lo peor es que la comunidad internacional cree las noticias falsas creando un ambiente como si los malos fueron los buenos y los buenos los malos.
Es un manejo que Vargas Llosa bien enmarcaría en una nueva versión de su libro la Civilización del Espectáculo. Claro, resulta más fácil, más popular y da más likes solo ponerse del lado de quienes “protestan”, como lo han hecho la ONU, el Vaticano, “influencers” y artistas, sin hacer un análisis riguroso e integral de lo que pasa en el país. ¿pero quién habla por nosotros?
¿Quién habla por la empresa, comercio, negocios que han resultado dañados, saqueados y que generan el empleo que hoy reclaman los que queman y vandalizan? No he escuchado hasta ahora ni a las ONG, ni a los organismos internacionales solidarizándose con quienes han sido víctimas de saqueos, quemas o daños de sus negocios. Ni siquiera los han hecho los autodenominados “comité del paro”.
Bajo tal escenario mucha inversión terminará espantada, buscando nuevos horizontes en donde hacerse prospera, y no hablo de los grandes capitales de multinacionales, sino del simple buen vivir de pequeñas empresas y familias. O de nuevo vendrán escenarios como en 2017 y 2018 en el sector de la construcción que no tuvo más remedio que apelar a la conocida “Cláusula Petro”.
Ojo, que lo que los buenos, lo que no podemos permitir es que se desinstitucionalice nuestro país, teniendo presente que la protesta es legítima, más no el saqueo ni el vandalismo.
@ojcubillosp