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¿Quién tala la Amazonía?

Por José Félix Lafaurie Rivera - 06 de Marzo 2020

Cabalgando en el facilismo irresponsable de las redes, el representante Losada, a quien no conozco más allá de la información oficial, la emprendió con violentas acusaciones contra el ministro de Ambiente y el presidente de Fedegán.

Es conocido por su dispersión temática, pero también porque su primera elección (2014-2018) terminó en diciembre de 2015, anulada por el Consejo de Estado, al encontrar “probado” que a su segundo en lista “le descontaron injustificadamente 241 votos”, y a Losada “le adicionaron sin ninguna razón válida 19 votos”… Unos voticos no más. Losada insistió y, como representante de ¡17.584 bogotanos! -¡Ahhh… la democracia!- hoy preside la Comisión Primera de la Cámara.

Con oportunismo y el apoyo antigobiernista de María Jimena Duzan -Semana-, se montó en el tema de la deforestación de la Amazonía y, con información de referencia, le exigía vociferante la renuncia al ministro de Ambiente, porque “usted le va a permitir a Lafaurie y a sus amigos deforestar 800.000 hectáreas pa’ meter vacas”.

No me interesa defenderme, pero tengo el compromiso y la obligación de defender a Fedegán y a la ganadería colombiana.

Losada, como todo el país, quisiera que la deforestación terminará de un tajo, y se suma a quienes, sin sentido de realidad pero con “antiduquismo”, armaron escándalo mediático porque un gobierno serio propuso contener primero la enfermedad, con 200.000 ha anuales taladas, para implementar luego estrategias de disminución progresiva.

“¿A quién le conviene que en Colombia se deforesten 800.000 ha en los próximos cuatro años? Eso tiene nombre propio y se llama José Félix Lafaurie y sus amigos”, gritaba Losada refiriéndose a los ganaderos. A nadie le conviene semejante barbaridad, pero la calumnia vende. El ecosistema del bosque primario se autosostiene, pero al ser talado deja una tierra de pésima calidad agrológica, que no sirve para agricultura permanente y no soporta siquiera media cabeza de ganado por hectárea, en regiones aisladas y agobiadas por el narcoterrorismo.

“Esos grandes acaparadores tienen (…) cinco vacas en distancias (sic) gigantescas de potreros”, denunciaba en el programa de María Jimena, y ella lo alentaba incendiaria, deduciendo que “tienen más tierra las vacas que los campesinos”. Ninguno de los dos debe saber qué es una UAF (Unidad Agrícola Familiar), definida como la cantidad necesaria de tierra para que una familia genere ¡dos salarios mínimos!, que en la Amazonía está entre ¡1.000 y 1.300 ha!

Quién tala la Amazonía: Primero: el narcotráfico. Negar el acaparamiento de tierras y la deforestación para cultivos ilícitos, minería ilegal y control territorial, es desconocer malintencionadamente la realidad. Gran parte de las 200.000 hectáreas de coca rotan por la Amazonía, desechando tierras agotadas y escapando de las autoridades.

Segundo: campesinos desplazados en busca de sustento; algo que sucede desde “La Vorágine” en medio de violencia y abandono.

Tercero: el negocio de la madera. En el informe citado por Losada, la investigadora de Fedesarrollo menciona que, según estimaciones del BM, la tala ilegal alcanza ¡el 42%! de la producción de madera.

Finalmente, si un ganadero deforesta para abrir potreros, deberá responder a las autoridades, pero en cualquier caso, en lo que esté ocupada hoy la tierra, así sea ganadería improductiva que Fedegán no promueve, no tiene nada que ver con la responsabilidad originaria de la deforestación.

Losada, por supuesto, calla o ignora nuestros esfuerzos por promover una GANADERÍA SOSTENIBLE a partir de Sistemas Silvopastoriles, algo en lo que el país ostenta liderazgo continental, reconocido por instancias de primer nivel en temas ambientales como el Banco Mundial y el gobierno del Reino Unido. La ignorancia siempre es atrevida…, y la cobardía también.

@jflafaurie