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Foto: Fedegán FNG

Remedios caseros para una crisis

Por José Félix Lafaurie Rivera - 20 de Junio 2013

Sí. Como ilustra nuestra caricatura, el diagnóstico es de una crisis lechera severa. Una enfermedad anunciada y  frente a la cual nada hicieron los médicos, a pesar de los reclamos del paciente por una atención preventiva desde hace ya una década, cuando se empezó a anunciar la llegada del virus peligroso de los TLC, un virus que, si se trataba a tiempo, podría haber fortalecido al paciente, pero si no, lo abocaría a una condición de metástasis sin regreso.

Nada o muy poco se hizo. Durante años se ha hablado de asociatividad para salvar a los pequeños y medianos, y no se ven resultados. Durante años se ha insistido en el mantenimiento y ampliación de la red vial terciaria, y estamos en las mismas. Durante años se ha hablado de reducción de costos, y la disminución del IVA para algunos insumos ya está siendo absorbida por incremento en los precios. Se ha hablado de asistencia técnica, de riego, de crédito, de mejoramiento de la infraestructura física y social, pero, una vez más, nada o muy poco se hizo.

Hoy la crisis ha reventado, como se sabía que iba a reventar. El incremento productivo de la época invernal no cabe en las bodegas de la industria, aprovisionada con importaciones masivas que ya no necesitan siquiera el argumento peregrino de la escasez estacional, sino que llegan sin limitaciones por el flujo natural de los TLC ya negociados hace años con Mercosur, aumentados dolosamente por la falta de control del Gobierno a los contingentes aprobados, y todo ello sin que haya ingresado todavía un solo kilo desde la Unión Europea, el principal productor y exportador mundial de lácteos.

¿Qué nos espera? Lo que ya está empezando a suceder. El precio al ganadero caerá hasta un nivel de insostenibilidad del negocio lechero, y aquellos que no tengan la capacidad de agruparse para obtener economías de escala y posibilidades efectivas de reconversión productiva, sucumbirán a la avalancha de productos lácteos importados. Los primeros serán los cerca de 300 mil productores minifundistas para quienes la quincena lechera es su salario mínimo. (Lea: Gobierno sigue sin dar soluciones a la crisis láctea)

Nada más ajustado para esta crisis que el verso de uno de nuestros poetas malditos, Julio Flórez, cuando exclamaba “Todo nos llega tarde, hasta la muerte”. Tarde están llegando las soluciones. La primera de ellas, la reactivación del Fondo de Estabilización de precios (FEP) con la asignación de 10 mil millones de pesos para compensar exportaciones es apenas un remedio casero, no solo por su reducido impacto, sino porque es, literalmente, un remedio hecho en casa.

En efecto, los recursos del FEP son recursos aportados por los ganaderos a través de la Cuota de Fomento Ganadero. Es decir, a diferencia de otros gremios, que han ido por las arcas del Estado en busca de subsidios directos, y los han obtenido, los ganaderos aportan la cuota inicial de una solución con sus propios recursos y, paradójicamente, a partir de un instrumento que beneficia directamente a los causantes de sus desgracias, a la industria, que recibe la compensación, y a los consumidores extranjeros.

Habríamos preferido el llamado proyecto tripartita, en el que trabajó el anterior ministro sin llegar a decisiones ni resultados. Consistía en una bolsa de 30.000 millones a partes iguales entre el FEP, la industria y el Gobierno, para sacar leche del mercado con destino a las clases menos favorecidas. Era un verdadero gana-gana. (Lea: Recursos del FEP se utilizarán para contrarrestar crisis lechera)

Nos quedamos poniendo solos, pero así lo aceptamos y de buen grado, siempre y cuando avance el compromiso gubernamental de estudiar y ajustar en lo que sea del caso el proyecto de Ley presentado por Fedegán para la reconversión lechera. Esa es la verdadera solución, con proyección de largo plazo, con recursos garantizados y con instancias de seguimiento. Lo demás son remedios caseros.