En la ganadería -como en todos los negocios- quien no evoluciona, se queda atrás. Y, sin embargo, muchos productores siguen actuando como si el conocimiento fuera un lujo innecesario. Pero no lo es. El conocimiento transforma la tradición en innovación; el ganadero que aprende, lidera.
En Colombia existen ganaderías que se destacan por la implementación de nuevas tecnologías y por aplicar modelos productivos modernos que las han hecho merecedoras de reconocimiento, incluso internacional. Pero se trata apenas de un puñado de casos. Si queremos que el país desarrolle una ganadería capaz de competir en los mercados internacionales, esa transformación debe llegar también a los medianos y pequeños productores.
Y ahí está el meollo del asunto; los medianos y pequeños ganaderos —que son quienes tienen más dificultades para acceder a una asistencia técnica fluida— son también la base del volumen de carne y leche que produce el país.
Ya sabemos que los grandes empresarios del sector pueden contratar equipos de expertos y hacer las inversiones necesarias para transformar sus sistemas productivos. Pero nosotros, los ganaderos que no contamos ni con el volumen de producción ni con ese músculo financiero, sí tenemos una herramienta poderosa a nuestro alcance: la capacidad de aprender. Y aprender es una obligación si queremos seguir en el negocio.
Modernizar una finca no siempre implica altos costos. Muchas de las estrategias más efectivas para mejorar la alimentación, el manejo de praderas, la suplementación, la reproducción, la genética, el bienestar animal o la higiene del ordeño no requieren grandes inversiones: requieren conocimiento, empeño, perseverancia y paciencia.
Hoy en día, la oferta de capacitación es amplia y accesible. El SENA, Fedegán, Agrosavia, las universidades, las empresas privadas, ofrecen talleres, cursos, diplomados, giras técnicas, incluso especializaciones. Muchas de estas opciones son gratuitas o tienen un costo mínimo.
El verdadero problema no es la falta de opciones, es la poca participación.
En entidades como Fedegán, que cuenta con un área entera dedicada a la transferencia de conocimiento y tecnología, la mayor dificultad no es conseguir recursos ni capacitadores. Lo más difícil es lograr que los ganaderos asistan. Lo mismo ocurre con el SENA, con Agrosavia, y con cualquier entidad que se esfuerce por llevar conocimiento al campo.
Entonces, hay que preguntarse: ¿Por qué cuesta tanto llenar un salón para una capacitación que podría transformar una finca? ¿Por qué apenas asisten unos pocos? ¿Es apatía? ¿Es desconfianza? ¿Es terquedad? ¿O simplemente no hemos entendido que el conocimiento es la herramienta más poderosa para progresar?
A veces la intención está. Nos entusiasmamos, nos antojamos… pero al final siempre aparece una excusa.
Soñamos con tener fincas más productivas, fincas innovadoras, admiramos a quienes logran mejores resultados, a quienes tienen más animales por hectárea o manejan sistemas innovadores. Los vemos, los aplaudimos… pero no hacemos el esfuerzo mínimo de capacitarnos para lograrlo nosotros también.
No podemos seguir manejando la ganadería como lo hacían nuestros abuelos, porque el mundo ha cambiado. Con lo que sabemos, hemos llegado hasta aquí. Pero es mucho más allá donde queremos llegar.
Hoy el país cuenta con avances enormes en investigación aplicada, nutrición animal, genética, manejo sanitario, bienestar animal y sostenibilidad ambiental. Todo ese conocimiento está disponible. Está al alcance. Pero para aprovecharlo, hay que dar el primer paso: querer aprender.
Y ahí, tristemente, es donde seguimos fallando.
Las puertas de los mercados internacionales se están abriendo. Después de años de esfuerzo, el gremio está logrando avances importantes. Esta es una oportunidad única para dignificar este oficio que tanto amamos. Pero para tener una ganadería verdaderamente rentable, competitiva, moderna y sostenible, hay que dejar atrás la resistencia al conocimiento.
No sigamos postergando el cambio. Capacitarse no cuesta tanto. Lo que realmente cuesta -y mucho- es quedarse rezagado.
Estamos a tiempo de aprender, de crecer, de transformar nuestra ganadería. Pero el primer paso depende de cada uno de nosotros.
"En tiempos de cambio, quienes estén abiertos al aprendizaje se adueñarán del futuro, mientras que aquellos que creen saberlo todo estarán bien equipados para un mundo que ya no existe”. -Eric Hoffer