Fedegán ha sido uno de los gremios que se ha caracterizado por ofrecer —no sólo a sus agremiados sino a todos los ganaderos del país—, estadísticas y análisis útiles para avanzar en su negocio, como el comportamiento de los precios del ganado en diferentes regiones, el costo de los insumos, de lo que se le paga al productor de leche y de carne, de la tasa de interés, y muchas otras informaciones de carácter técnico y económico, entre las que descollan las relacionadas con el comercio exterior de estos productos y del ganado en pie. Su equipo de planeación y estudios económicos es cuidadoso, y CONtexto ganadero se ha encargado de difundirlas.
Destacan varias cifras por su magnitud. Por ejemplo, que el sector ganadero genera cerca de 1,1 millones de empleos en más de 600 mil predios con un número similar de productores; que el mercado de sacrificio de animales en Colombia es de 12,1 billones de pesos que equivalen a cerca de 3.000 millones de dólares, y el de leche cruda es de 11,6 billones de pesos, que en dólares son un poco más de 2.850 millones. Entre los dos suman 23,7 billones de pesos que, en dólares no alcanzan a los 6.000 millones de dólares. También nos dice que la ganadería contribuye con el 1,4 % del PIB nacional; y que el sector agropecuario en su conjunto aporta el 9,3 % del PIB nacional (cifras de 2024).
¿Para dónde voy con todas estas cifras y su magnitud que, de veras, enorgullece a los ganaderos y enaltece al sector dentro de la economía nacional? Pues que contrastan brutalmente con las aterradoras cifras del narcotráfico que se dieron a conocer recientemente gracias al economista y docente de la Universidad de los Andes, Daniel Mejía.
El investigador nos dice que esta actividad ilícita equivale al 4,2 % del PIB nacional (en 2023), es decir, ¡tres veces y media más que el PIB ganadero que representa el esfuerzo productivo de más de 600.000 ganaderos!, y casi la mitad de todo el aporte del sector agropecuario en este agregado… ¡por Dios!
Estima que los ingresos por la venta ilegal de cocaína ascendieron en 2023 a 15.300 millones de dólares —por lo que no sería aventurado señalar que a 2025 habrían aumentado otro 10 % habida cuenta de la atonía del gobierno para combatirlo en esos dos años—. Esos ingresos, que recibieron los narcotraficantes, son 2,6 veces más del total del ingreso ganadero. Estamos hablando de que recibieron 69 billones de pesos contra los 23.7 billones del negocio legal de los ganaderos.
No se trata de comparar por comparar a ver quién obtiene más ingresos, lo cual resultaría absurdo en una economía que no pacta con la normalización de la producción de cultivos ilícitos y el narcotráfico. De lo que se trata es de plantear la magnitud de la tarea que le corresponde al próximo gobierno, porque las anteojeras propias de la izquierda radical del actual fueron más allá de las teclas del celular para prohijar el odio, la intolerancia y la polarización, demostrando que se impone utilizando como instrumento “el todo vale”, desde la corrupción, la mentira, la destrucción de la institucionalidad, y la violencia como método político e intimidante para materializar sus metas. De ahí que responda ante cualquier atisbo de debate o cuestionamiento, con intransigencia y el llamado intimidatorio al levantamiento del pueblo, no importando que se lleve al mismo pueblo por delante, o a la misma economía, o las relaciones internacionales, pero, desafortunadamente, muy poco atino para crear riqueza y mejorar la distribución del ingreso. Es más discurso que gestión.
“El país está descuadernado” —harto descuadernado—, recurriendo a la frase de Carlos Lleras Restrepo. La inversión de valores —poniendo al ratón a cuidar el queso como premio o contraprestación—, de retar por retar, con el nombramiento de ministros sin cualificación, hasta ver hasta dónde puede estirar los límites de su imposición; minar el crecimiento económico —atacando el sector privado— o erosionando la institucionalidad, al igual que la salud, la educación y la justicia, ha sido la consigna en los últimos años. La tarea hacia el futuro, como lo demuestra la comparación odiosa entre estas cifras, es monumental. No solo se trata de reconstruir el país en el tema económico y social. Se trata de reconstruirlo en sus valores éticos. Esa es la tarea fundamental.