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Y el Congreso… ¿qué?

Por José Félix Lafaurie Rivera - 11 de Marzo 2022

“La cuestión es con dinero” canta el viejo porro, algo que tiene claro el “pacto histórico”, esa costosa farsa que se ha gastado oficialmente 7.000 millones de pesos, más del doble del segundo en la lista, y extraoficialmente mucho más,…

“La cuestión es con dinero” canta el viejo porro, algo que tiene claro el “pacto histórico”, esa costosa farsa que se ha gastado oficialmente 7.000 millones de pesos, más del doble del segundo en la lista, y extraoficialmente mucho más,…

…si se tiene en cuenta la trampa burda y consentida a la agenda electoral, que representó el lanzamiento fastuoso de la campaña Petro en Barranquilla, en septiembre pasado, tres meses antes de lo permitido, a donde llegó, dizque para “acompañar a unos amigos”, y la de octubre en Cartagena y muchas otras.

Semejante derroche de un dinero sin origen conocido, no es solamente para apuntalar con grandes escenarios, buses, lechona y “regalitos” su campaña presidencial y, claro, para elevar el ego del “Chávez colombiano”, sino para consolidar su posición en el Congreso. Hoy, solo con el partido liberal levantando su trapo rojo de la internacional socialista, la izquierda tendría un 47%; mañana, con una “colombia humana” –no es un error, es que no merece mis mayúsculas– recibiendo en curules el retorno de su inmensa inversión, estaríamos ante una “toma del Congreso”, a la que se sumaría el centro-santismo, sinónimo de centro-izquierda.

En mi sentir, no resultó sana la decisión del Consejo Nacional Electoral, de unir la elección para Congreso con las consultas de las coaliciones, lo cual no solo anticipó el inicio de las campañas presidenciales y le permitió al “pacto” adelantar su costosa estrategia, sino que desplazó a cientos de candidatos a Senado y Cámara sin billeteras escandalosas.

Salvo algunas excepciones de aspirantes al Congreso de gran reconocimiento, el colombiano del común quedó enfrentado a una parrilla de candidatos que nunca ha visto ni oído, para terminar votando por el que le parece mejor en la foto –voto al aire–, por el que le dijo un amigo –voto regalado–, por el que “le sugirió” el jefe –voto presionado–, por el que promete cualquier cosa –voto perdido–, o por el que regaló tejas o “pasó un billetico” –voto vendido –.

Debemos quebrar este 13 de marzo esa dinámica de indiferencia electoral, porque el Congreso del que nos quejamos es el que elegimos con nuestros votos. El país está harto de un Congreso vendido al Ejecutivo, como el de la mermelada, o comprometido con intereses particulares y permeado por la corrupción, y cambiarlo es nuestra responsabilidad en las urnas, pero ese mismo país debe contener al progresismo comunista, que busca llenar con absurdas promesas y con dinero los espacios de la democracia, porque ese es el camino a la autocracia y la pérdida de las libertades.

La Asamblea de Venezuela después de Guaidó, eliminada la oposición, es un instrumento al servicio de Maduro, de la corrupción del régimen y de la opresión del pueblo venezolano que debería defender. La imponente Duma rusa es la pantalla comunista para mostrarse ante el mundo como una democracia; y hoy cómplice mudo de la barbarie de Putin contra Ucrania.

Así pues, elijamos responsablemente a quienes puedan ser dique de contención al progresismo comunista en el Congreso, y no me siento impedido para mencionar a María Fernanda Cabal como buen ejemplo, o a Paloma Valencia y muchos candidatos en otros partidos, comprometidos con el orden y la libertad como fundamento de la sociedad.

Es sencillo. Si el “pacto” se toma el Congreso y Petro no llega a la presidencia, le impedirá gobernar al que llegue; y si obtiene mayoría y Petro es presidente –Dios no lo quiera–, vamos hacia la dictadura de quien, ayer nomás, soltó un anticipo: ¿Quién les dijo que la democracia es que haya elecciones?

@jflafaurie