De una granja lechera en Nueva Zelanda a convertirse en unicornio tecnológico, la historia de Craig Piggott y Halter, contada por Forbes, es hoy un caso de relevo generacional, emprendimiento rural y modernización ganadera con impacto global.
La ganadería suele asociarse a herencia, rutinas largas y métodos que pasan de padres a hijos. Pero también puede ser el punto de partida para innovaciones que transforman el sector a escala mundial.
Ese es el caso de Craig Piggott, un joven ganadero neozelandés que, con apenas 31 años, fundó Halter, una empresa de collares inteligentes para ganado que hoy es referente global en cercado virtual.
La historia fue publicada por Forbes, que retrata cómo una vivencia familiar en el campo terminó convertida en una compañía valuada en 1.000 millones de dólares. (Lea en CONtexto ganadero: Collares inteligentes para bovinos, ¿cuál es su verdadera función?)
Del potrero al celular
En una escena que resume el cambio de época, Forbes describe cómo en la pantalla del celular de Piggott aparecen “unos 100 diminutos puntos amarillos móviles” que representan a las vacas de la granja familiar en Waikato, Nueva Zelanda. Cada animal lleva un collar inteligente que permite guiarlos mediante vibraciones y señales sonoras, sin necesidad de cercas físicas. Con solo presionar un botón, el ganado se desplaza hacia nuevas áreas de pastoreo.
La demostración hace parte de la tecnología desarrollada por Halter, una empresa con sede en Auckland y nueve años de trayectoria. Según explicó Piggott a Forbes Asia, el sistema permite ahorrar entre 20 y 40 horas de trabajo a la semana. Un cambio profundo para explotaciones que históricamente dependen de mano de obra intensiva.
“Nuestro principal logro es llevar la categoría a un punto en el que ni se te ocurriría gestionar una granja o rancho sin algún tipo de cercado virtual”, afirmó el fundador en entrevista con la revista.
Hoy, los collares de Halter se usan en 1.300 granjas de Nueva Zelanda, Australia y Estados Unidos, gestionando cerca de 650.000 vacas y más de 800.000 kilómetros de cercas virtuales. En un país como Nueva Zelanda, donde hay más vacas que personas, la adopción ha sido masiva y explica gran parte del crecimiento de la empresa.
Relevo generacional con innovación
La historia de Halter es también la historia de un relevo generacional bien entendido. Piggott creció en la granja lechera de sus padres, cerca de Matamata, una zona conocida mundialmente por haber sido escenario de El Señor de los Anillos. Desde niño vio jornadas que empezaban a las cuatro de la mañana y semanas laborales que superaban las 100 horas.
Esa experiencia marcó su forma de ver la ganadería y, más adelante, el emprendimiento. “En retrospectiva, la agricultura fue una excelente preparación para dirigir una startup”, dijo Piggott a Forbes. “Trabajas muchas horas, siete días a la semana, y no siempre tienes el control, como si hace mal tiempo o si tienes una vaca enferma... Creo que eso te enseña este nivel de resiliencia y este nivel de determinación”.
Tras graduarse como ingeniero mecánico en la Universidad de Auckland y trabajar brevemente en Rocket Lab, Piggott decidió dejar la industria espacial para volver, desde la tecnología, al campo. Una apuesta poco común, pero coherente con su origen. En menos de un año dejó su empleo para fundar Halter, apoyado por inversionistas y mentores que vieron en él una oportunidad clara.
Ejemplo ganadero global
La expansión de Halter no se limita a Oceanía. Estados Unidos se ha convertido en un mercado estratégico, con más de 200 productores en 22 estados utilizando la tecnología. La empresa asegura que sus clientes estadounidenses han ahorrado hasta 220 millones de dólares en costos asociados a cercas tradicionales.
Además del manejo del pastoreo, los collares recopilan datos de salud animal, como temperatura y patrones de masticación, que se procesan mediante algoritmos propios para anticipar enfermedades o momentos de celo. Se trata de ganadería de precisión, aplicada directamente al día a día del productor.
El impacto también ha convencido a los inversionistas. En junio, Halter recaudó 100 millones de dólares, alcanzando una valoración de 1.000 millones y convirtiéndose en uno de los pocos unicornios de Nueva Zelanda. (Lea en CONtexto ganadero: ¿Cómo funciona el collar ruminal para medir la actividad del rumen en las vacas?)
Desde la mirada productiva, ganaderos como Dean McHardy, de Tangihau Station, no dudan en calificar la tecnología como decisiva. “Halter nos permite pastorear de forma uniforme potreros amplios y empinados sin necesidad de instalar cercas nuevas que podrían no resistir el invierno siguiente o un ciclón”, señaló.
La historia de Craig Piggott y Halter demuestra que el futuro del campo no está reñido con la tradición, sino que puede surgir precisamente de ella. Un relevo generacional real, que entiende el oficio ganadero, identifica sus problemas y los enfrenta con empresa, tecnología y visión global. Un ejemplo que trasciende fronteras y confirma que la innovación también nace en el potrero.



/?w=256&q=100)
/?w=256&q=100)
/?w=256&q=100)
/?w=256&q=100)
/?w=256&q=100)