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De secretaria a ganadera: la inspiradora historia de Martha Rodríguez

Angie Barbosa 15 de Octubre 2025
De secretaria de gerencia a ganaderaFoto: CortesíaEl deseo de mejorar y fortalecer su trabajo la llevó a buscar formación técnica. Así fue como conoció la Escuela de Mayordomía de Asogauca.

En el marco del Día Internacional de la Mujer Rural, el relato de esta productora cobra un sentido especial: una mujer que dejó la oficina por los potreros, y que hoy representa la voz de muchas que, con coraje y aprendizaje, demuestran que el campo también tiene rostro femenino.


Hasta hace unos años, la vida de Martha Rodríguez transcurría entre papeles, reuniones y llamadas telefónicas. Era secretaria de gerencia en una multinacional, un trabajo estable y respetado. Pero el destino la llevó por otro camino cuando conoció a su esposo, un ganadero de la región de Caucasia.

“Soy ganadera desde hace aproximadamente 12 años. Lo mío era totalmente diferente, luego conocí a mi esposo, nos casamos y emprendimos en la ganadería. Me gustó mucho cuando me vine a vivir al campo con él. Le cogí amor. Hoy puedo decir: no hay nada como el campo”, recuerda. (Lea en CONtexto ganadero: Nació en Córdoba el primer macho de raza compuesta: un hito para la ganadería colombiana)

Hoy, Martha y su esposo administran una finca en la zona de Piamonte, en Caucasia, donde crían unas 200 cabezas de ganado de las razas brahman y romosinuano. La primera es su favorita por su resistencia y adaptabilidad.

“Es una raza muy buena; todo depende del orden, de cómo se manejen las cosas y se roten los potreros. Nos va bien, aunque como todo, en verano uno se ve apurado, pero dándole buen manejo, todo marcha bien”, comenta con orgullo.

Lejos del escritorio, Martha encontró en el campo un espacio donde la disciplina y el compromiso son tan importantes como en la oficina. Para ella, la clave está en el orden y la constancia. Desde supervisar la alimentación del ganado hasta revisar los potreros, cada detalle cuenta para mantener la productividad de la finca.


Aprender para crecer


El deseo de mejorar y fortalecer su trabajo la llevó a buscar formación técnica. Así fue como conoció la Escuela de Mayordomía de Asogauca, un programa que, según dice, le cambió la manera de ver la ganadería.

“Llegué a las escuelas de mayordomía porque mi esposo es ganadero hace muchos años y siempre Asogauca les manda por WhatsApp a los ganaderos los cursos que ofrece el SENA, de las capacitaciones para que ellos manden a sus empleados o para quienes estén interesados en mejorar su estabilidad económica y la productividad de sus fincas. A mi esposo le llegó la información y yo le dije: ‘Yo quiero estudiar’. Y así fue”, relata.

Durante su formación, Martha descubrió que la experiencia práctica no lo es todo. “Uno cree que se las sabe todas, pero no. Los profesores le explican a uno temas que no conocía”, confiesa.

El programa, ofrecido por Asogauca en alianza con el Sena y el apoyo de Fedegán-FNG, le permitió fortalecer sus conocimientos sobre nutrición bovina, manejo de suelos, salud animal y liderazgo. Hoy, aplica lo aprendido en cada tarea de la finca.

Seguiré estudiando en Asogauca, porque nos brinda la oportunidad de mejorar día a día y crecer como personas”, asegura.


El valor del conocimiento en el campo


Para ella, el campo no es solo trabajo físico, sino un espacio de aprendizaje continuo. Por eso, invita a más personas a capacitarse. (Lea en CONtexto ganadero: ¡De cero al éxito! Conozca esta historia de transformación ganadera)

“Mi mensaje para otras personas es que se animen a estudiar y capacitarse para ser mejores mayordomos. Ya sea que trabajen para otra persona o que administren su propia finca, con las clases que dan pueden aprender mucho”, afirma.

Martha no teme ensuciarse las manos. Se involucra en cada labor, sin distinción de tareas. “En la finca me encargo de todo. Si se cae un alambrado, tengo la capacidad de levantarlo. Si hay un animal enfermo, estoy en la capacidad de asistirlo”, explica.

Historias como la de Martha Rodríguez recuerdan que el desarrollo del campo colombiano también se escribe con manos femeninas. Como ella, miles de mujeres en Colombia combinan trabajo, conocimiento y pasión por la ganadería y el campo.


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