Tras un proceso de siete años de cruces naturales entre razas criollas y cebuinas, en el criadero No te canses de Montería nacieron los dos primeros ejemplares de una nueva línea genética bovina en el país. Este proyecto busca consolidar animales más adaptados, productivos y sostenibles en el trópico colombiano.
Hace cinco días nació el primer macho de raza compuesta en Colombia, y hace 35 días lo hizo la primera ternera. Ambos ejemplares son el resultado de un proceso de mejoramiento genético natural que lleva siete años de investigación y trabajo continuo.
Se trata de un sueño que comienza a hacerse realidad en el criadero No te canses, una unidad productiva ubicada en Montería (Córdoba), dedicada al desarrollo de genética bovina adaptada al trópico. Aunque todavía falta la etapa de estabilización, estos nacimientos representan un paso decisivo hacia la creación de una futura raza colombiana.
Siete años de selección genética
Los dos ejemplares nacieron por monta natural, tras un largo proceso de cruces entre razas adaptadas al clima tropical. (Lea en CONtexto ganadero: Asocriollo llama a valorar las razas criollas: "Tenemos un tesoro que no estamos viendo")
“Tuve una vacada brahman comercial, seleccionada por su reproducción, compré un toro costeño con cuerno a la hacienda El Danubio, con registro, y también un ternero romosinuano”, explicó Rodolfo Silgado, gerente del criadero.
De esas cruzas iniciales nacieron animales costeño con cuernos por brahman, que luego fueron montados con un toro romosinuano. “Así obtuve ejemplares 1/2 romos x 1/4 de costeño con cuernos y 1/4 de brahman”, relató.
Posteriormente, las hembras obtenidas fueron servidas por un toro velásquez, de la cría de la Hacienda África, lo que dio origen a los primeros ejemplares con cuatro razas.
Modelo de ganadería regenerativa
En el criadero No te Canses, la producción bovina convive con cultivos de palma y coco, en un esquema de agricultura regenerativa.
“Dentro de tres años tendremos una cobertura del 85 % del suelo con estos cultivos, dejando pasturas entre las líneas de siembra para que el ganado pastoree. Eso evita hacer control de gramíneas, fertiliza el suelo y alimenta a un ejército de escarabajos estercoleros que entierran el estiércol al día siguiente de estar dispuesto en el suelo”, señaló Silgado.
Actualmente, la finca cuenta con 25 hectáreas de palma de aceite y 5 intercaladas con coco, donde pastorean 120 terneros cebuinos comerciales y 82 animales criollos.
El manejo es completamente rotacional, con una carga de 1.400 kilogramos por hectárea, sin cercas fijas internas. “Esta tierra produce ajonjolí y próximamente guandul; no tiene erosión, se está formando suelo y es un paraíso para la biodiversidad”, resaltó.
Equilibrio ecológico
Silgado sostiene que muchos hatos criollos se han reducido tanto que la selección responde más a criterios humanos que naturales.
“Cuando no dejamos que la naturaleza actúe, al sesgar unas características y escoger otras, comenzamos a desbalancear la naturaleza”, afirmó.
Explicó que las razas criollas son más resistentes al ataque de tábanos y moscas, lo que reduce el uso de fármacos. (Lea en CONtexto ganadero: "Ganado híbrido criollo gana más peso y producen carne más tierna": Asocriollanos)
“El ganado criollo se reproduce, no se muere, no necesitas estar gastando en drogas; pero si metes el cebú comercial, es una locura lo que tienes que hacer para sacarlos adelante”, enfatizó.
Cuando le preguntaron sobre su experimento genético, respondió:
“Alguien me comentó que qué estaba haciendo con ese salpicón. Yo le contesté: voy a obtener lo mejor de cada una de estas razas para conseguir un ganado que sea lo más sostenible y rentable en nuestro ambiente”.
¿Qué es una raza compuesta?
Según el médico veterinario José Antonio Velásquez, propietario de la raza Velásquez en Colombia, una raza compuesta es aquella que combina más de tres genéticas diferentes.
“El recién nacido tiene 50 % de raza velásquez; 25 % de romosinuano; 12,5 % de brahman; y 12,5 % de costeño con cuernos”, explicó.
Estas cruzas aportan ventajas como adaptación, fertilidad, rusticidad, calidad de carne y tamaño funcional, características esenciales para el trópico colombiano.
“Las crías nacen entre 27 y 30 kilos; las vacas adultas pesan en promedio 450 kilos y los toros 625 kilos”, añadió Velásquez.
El sueño
“Viví 15 años en Canadá y tenía la ganadería como un pasatiempo. Tenía de asesor al veterinario Miguel Gómez, que estaba pendiente de los ganados, junto a mi hermano Ricardo Silgado —quien falleció hace 4 años— y mi amigo Alfonso Acevedo. Entre los tres comenzamos este sueño”, recordó emocionado el ganadero.
Hoy, esos esfuerzos se materializan en los primeros ejemplares de raza compuesta nacidos en Colombia, que podrían marcar un antes y un después en la ganadería nacional.