Ricardo Arenas Ovalle, médico veterinario y consultor agroindustrial con amplia trayectoria en producción y calidad de leche, reflexiona sobre los desafíos que enfrentará el sector lechero colombiano ante la inminente apertura total de los TLC con EE. UU. y Europa. Con argumentos técnicos y una mirada crítica, plantea que el país aún está en deuda con sus ganaderos y urge a una transformación estructural para competir en condiciones justas.
Este refrán español nos recuerda que llevamos años advirtiendo que el sector lechero del país se acerca a las fechas límite en las que el proceso de adaptación al libre mercado de lácteos con estas dos potencias mundiales de la industria láctea se cumple, pero también que “la deuda histórica” con los ganaderos lecheros del país no la hemos pagado como sociedad ni como Estado representado en sus gobernantes y dirigentes.
Cada subsector y cada “experto” han tenido a lo largo de estos casi 15 años, desde que se firmaron los TLCs, una postura distinta y mucha agua ha corrido bajo el puente, quizá hasta leche ha corrido por cuenta de las “enlechadas” que han vuelto a aparecer en nuestro país en los últimos dos o tres años y que muchos creíamos cosa del pasado. (Lea en CONtexto ganadero: Volver a lo básico. Retos para la ganadería en este 2025)
En un país de estudios y diagnósticos, hay miles de ellos con similares dictámenes y parecidas propuestas de solución, y eso sí, con costos millonarios siempre. Pero la implementación ha quedado en deuda, y grande. Muy pobres resultados muestran los trabajos de reconversión productiva, de fomento al consumo, de competitividad sectorial, de formalización de la cadena o de ordenamiento productivo mediante los famosos CONPES lácteos y demás programas oficiales y privados.
Los gobiernos, dedicados a ver el desarrollo rural como titular y comodín político y no como necesidad fundamental del país; no han sido asertivos en las soluciones de adaptación a la nueva realidad que es ya inminente de apertura total de los mercados. La paz en papeles y acuerdos no refleja la necesidad productiva del campo colombiano y la tenencia de la tierra vista aun como un factor de poder y de “igualdad” y no como un factor de producción al que se deben sumar muchos otros; nos ha dispersado de los objetivos macro, y que deben incluir:
Mejorar la eficiencia de toda la cadena de producción.
Aumentar el consumo de leche y derivados en el país, principalmente en los estratos 1,2 y 3.
Reducir al máximo la informalidad y la inequidad en la cadena.
“La deuda histórica” con los ganaderos lecheros del país no la hemos pagado como sociedad ni como Estado. Foto: Fedegán-FNG
Los anteojos con que vemos el futuro siempre tendrán un filtro según nuestros anhelos particulares, por ello no hay una proyección única de lo que sucede y sucederá con estas nuevas realidades.
Si bien es cierto que debemos mejorar la competitividad en toda la cadena y que esta, es la sumatoria de las eficiencias de cada eslabón, no compro la teoría de algunos en relación con que la producción lechera se habrá de concentrar en unos pocos grandes actores, o en unos ecosistemas o áreas geográficas en particular. Todos podemos ser productivos, eficientes y competitivos.
La liberación absoluta de aranceles y cuotas que se sucede en 2026 con EE. UU. atenta drásticamente contra los productores pequeños y medianos que dependen de este sector y que tanto en trópico bajo como en trópico alto; no tienen fácil acceso a técnicas, tecnologías y economías de escala, que les permitan ser mucho más eficientes de lo que hoy son. Pero tampoco veo un futuro apocalíptico como algunos lo ven.
En 2024, el cupo de importación de leche en polvo procedente de EE. UU y Europa no se utilizó en su totalidad. Lo anterior, fruto de la reducción en el consumo nacional y de varios factores que incluyen también la tasa de cambio, la oferta y los precios internacionales y los nacionales. Para el primer trimestre de este 2025, la importación de leche y productos lácteos cayó por debajo de los niveles de 2018, lo que muestra que el sector productivo nacional se consolida y que el consumo interno debemos fortalecerlo.
Los ganaderos hemos puesto el pecho por décadas, reduciendo nuestros precios reales de venta al procesador, aunque quizá nos quedamos cortos en la adopción de modelos productivos y tecnologías que reduzcan nuestros costos de producción de manera más importante.
El trópico alto debe aprovechar sus ventajas competitivas de producción por animal y por hectárea, así como su facilidad de producción de alta calidad principalmente en relación con la calidad higiénica y sanitaria.
El trópico bajo, por su parte, las suyas; en relación a los costos de producción y la buena calidad composicional de la leche producida por cuenta de las razas y las pasturas. La reducción necesaria en los costos del transporte y del mantenimiento de la calidad inicial debe recaer en los industriales y el estado con temas de vías de comunicación y acceso a tecnologías de punta.
Capitulo aparte merece el retraso en capacidad de procesamiento, apertura de mercados, informalidad, eficiencias logísticas, de procesamiento y de comercialización por parte del eslabón industrial. Aquí los costos de intermediación y comercialización que saturan los precios al consumidor juegan un papel fundamental en la intención de aumentar el consumo de manera significativa.
El trópico bajo tiene sus propias ventajas en producción de leche, en relación a los costos de producción y la buena calidad composicional de la leche producida por cuenta de las razas y las pasturas. Foto: Fedegán-FNG
Desde el Fondo Nacional del Ganado, que es un recurso del sector ganadero, se ha hecho la mayor gestión en relación al fomento del consumo y estímulo a la exportación de excedentes de leche, y hoy la industria y el gobierno han de meterse la mano al dril.
Es claro que la vocación productiva de algunas cuencas lecheras del país debe ser factor diferenciador y “especializador” según los productos y mercados objetivo. (Lea en CONtexto ganadero: Pese a la compensación, nuestra producción láctea nacional sigue siendo muy vulnerable)
El tamaño no debe ser barrera a la competitividad y más entendiendo el valor social de la producción primaria en el país; en el entendido de que cerca del 80 por ciento de los ganaderos somos pequeños y medianos productores, por tanto, nuestro papel es aprovechar ese factor y convertirlo en ventaja comparativa mediante programas de asociatividad y encadenamientos sólidos y duraderos.
Suena como disco rayado, pero el precio de venta al consumidor debe bajar, ya sin seguir cargando esta reducción al precio de compra a los ganaderos; siendo esta condición el punto de partida para el éxito de estrategias de cadena para aumentar el consumo que siempre el sector ganadero aplaudirá.
La producción de leche es la actividad económica rural que más arraiga al campesino a su tierra y en la economía campesina es la que genera, en miles de casos, el ingreso diario necesario. El grueso del campesinado depende de la leche para su sustento diario y la seguridad alimentaria de sus familias, y eso no lo podemos olvidar como sociedad ni como Estado.
Desde el Fondo Nacional del Ganado, que es un recurso del sector ganadero, se ha hecho la mayor gestión en relación al fomento del consumo. Foto: Fedegán-FNG
Para mí, la ganadería es una sola, en donde unos producen carne, otros leche, y otros crías o genética; y todas las políticas y todos los esfuerzos por mejorar los mercados nacionales e internacionales de cualquiera de estos productos; afectará positivamente a los productores ganaderos de las demás líneas de producción.
Que se venga la apertura de mercados, sí; pero que la cadena y el Estado les den a los productores ganaderos las condiciones de competir equitativamente que por tanto tiempo hemos reclamado.
Nota bene: Después de una ausencia forzada por la violencia de este país, regreso a mis escritos recordándoles que una sociedad no tiene futuro cuando la maldad y el machismo están por encima de la vida de una mujer. En memoria a la gran persona, madre amorosa, médica veterinaria, asesora ganadera y la más dulce mujer Carolina Rodríguez Romero Q. E. P. D.