En este Día del Padre, rendimos homenaje al campesino colombiano, ese hombre incansable que desde antes del amanecer no solo ordeña leche y cultiva la tierra, sino también siembra el amor, la responsabilidad y los valores que sostienen a la familia y al país.
El padre del campo es mucho más que un trabajador incansable: es un protector, un guía y un sembrador de sueños. Su esfuerzo diario no solo garantiza el sustento de su hogar, sino que fortalece los pilares de la sociedad a través del ejemplo y la dedicación.
En lo profundo del campo colombiano, donde el día comienza antes que salga el sol, habita un tipo de hombre que pocas veces recibe el reconocimiento que merece. Es el padre campesino: el que resuelve con lo que tiene, el que sueña con una vida mejor para sus hijos, el que no claudica ante la adversidad.
Con las manos curtidas por el trabajo y el rostro surcado por el tiempo, este hombre es fuerza y ternura a la vez. Lleva sobre sus hombros no solo herramientas de labor, sino también la responsabilidad de ser el sustento, la guía y el ejemplo de toda una familia. Su trabajo, muchas veces invisible, es fundamental para que el alimento llegue a la mesa de millones.
Labra la tierra y el alma
El padre rural no solo siembra maíz, yuca, café o cría ganado; también cultiva valores. Con su ejemplo enseña a sus hijos que la vida se construye con disciplina, esfuerzo y honestidad. Les transmite la conexión con la tierra, el respeto por la naturaleza y el valor del trabajo bien hecho.
Mientras enseña a manejar una cosecha o a cuidar un animal, también enseña a ser solidario, a resolver con creatividad, a no rendirse. Son padres que se ausentan para trabajar, pero nunca están lejos en amor y compromiso. En cada surco que abren, siembran también el anhelo de un país más justo y digno.
El padre del campo es mucho más que un trabajador incansable: es un protector, un guía y un sembrador de sueños.
Cimientos de un país
En tiempos donde el campo enfrenta múltiples desafíos —abandono estatal, violencia, migración y cambio climático— el papel del padre rural se vuelve aún más heroico. Ellos son los que, pese a todo, permanecen. Los que resisten. Los que siguen apostándole a la tierra, a la familia y a la paz.
Este Día del Padre, el homenaje es para ellos. Para los que madrugan, para los que luchan sin quejarse, para los que cargan bultos y sueños por igual. Son los pilares de hogares enteros y el corazón de una Colombia profunda que, gracias a ellos, sigue viva y fértil.