En nuestro país, una especie antes marginada está convirtiéndose en alternativa viable y resiliente. Detrás de esta transformación está Asobúfalos, quien ha convertido a este tipo de animales en protagonistas de una revolución productiva con proyección nacional e internacional.
Desde los años 60, el búfalo llegó a Colombia casi como una curiosidad biológica. Hoy, bajo el liderazgo de la Asociación Colombiana de Criadores de Búfalos (Asobúfalos), esta especie se consolida como un pilar estratégico del agro nacional.
Con más de 630 mil cabezas y un ambicioso plan de expansión, el país apuesta por una ganadería más eficiente, sostenible y adaptada a los nuevos desafíos.
Entrada a Colombia
El camino del búfalo en Colombia ha sido todo menos convencional, pues a mediados del siglo XX, un pequeño grupo de estos animales fue introducido al país sin lineamientos técnicos claros.
Lo que siguió fue un proceso de décadas marcado por la experimentación, el aprendizaje empírico y la perseverancia de un gremio que apostó por esta especie, no como un atractivo ganadero, sino como una verdadera solución agropecuaria.
Alba Lucía Suárez, directora ejecutiva de Asobúfalos, ha sido pieza clave en esta transición.
“Desde que empecé a ejercer mi carrera encontré un nicho en el mundo del búfalo y esa misión de abrirle camino a esta especie tan maravillosa”, declaró. (Lea en CONtexto ganadero: El búfalo toma fuerza en Colombia: cifras y razones del auge)
Su visión no solo ha permitido estructurar una estrategia gremial sólida, sino también posicionar al búfalo como complemento ideal dentro de los sistemas ganaderos del país.
Fundada en 1991 en Manizales, Asobúfalos nació de la iniciativa del Fondo Ganadero de Caldas y otras entidades regionales que reconocieron el potencial del búfalo. Inicialmente, el enfoque fue exploratorio con viajes internacionales, intercambio de experiencias y observación de prácticas en países con trayectoria bufalina.
Luego, la organización evolucionó hacia una gestión técnica rigurosa que incluye control genealógico, registros productivos y mejoramiento genético.
Este trabajo articulado ha convertido a Colombia en uno de los pocos países con un inventario oficial de búfalos, gracias al apoyo institucional de la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán), el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) y el Fondo Nacional del Ganado (FNG).
Resiliencia y productividad
El búfalo ha demostrado ser una especie rústica, capaz de adaptarse a diversos tipos de suelo, clima y condiciones adversas. En zonas donde otras especies enfrentan dificultades, el búfalo se convierte en aliado estratégico, maximizando el aprovechamiento del terreno y mejorando la productividad de la unidad ganadera.
Además, su índice de natalidad superior al 65 % y un inventario compuesto en un 66 % por vientres bufalinos representan una ventaja competitiva. (Lea en CONtexto ganadero: Los búfalos, claves en el desarrollo de la ganadería colombiana)
De acuerdo con Suárez, “tenemos el reto de triplicar el inventario para 2030. No alcanzamos a cubrir la demanda actual, lo que muestra el enorme potencial de crecimiento”.
Es por esto que el objetivo no es solo abastecer el mercado nacional, sino proyectar productos bufalinos al exterior, donde la carne y los derivados lácteos como la mozzarella son altamente demandados.
Rostro de mujer
Alba Lucía Suárez ha roto esquemas en un sector tradicionalmente dominado por hombres, demostrando que el conocimiento técnico, la visión estratégica y el compromiso gremial no tienen género.
Su apuesta por una ganadería diversificada y sostenible no solo fortalece al gremio bufalero, sino que ofrece una respuesta concreta a los desafíos estructurales del campo colombiano.
“El búfalo ya no es una promesa, es una realidad productiva que Colombia no puede darse el lujo de ignorar”, concluyó.