Permitir que los forrajes germinen reduce drásticamente su calidad nutricional, ya que la planta invierte sus recursos en reproducirse y no mantiene su valor alimenticio. Un manejo oportuno, como el pastoreo rotativo, es esencial para asegurar la productividad y la sostenibilidad del ganado a largo plazo.
La gestión de pastos garantiza la productividad y sostenibilidad de los sistemas ganaderos. Una práctica que genera debate es permitir que los pastos lleguen a la etapa de producción de semillas. Aunque puede parecer beneficioso a primera vista, este enfoque tiene implicaciones negativas tanto para la calidad del forraje como para la rentabilidad del negocio.
Cuando los pastos se dejan semillar, la planta invierte la mayoría de sus recursos en la producción de semillas, lo que resulta en una disminución de la calidad nutricional del forraje.
De acuerdo con Ricardo Arenas Ovalle, el Profesional Ganadero Amigo y presentador del Manual Práctico Ganadero, médico veterinario especialista, “los pastos hay que pastorearlos justo antes que empiecen a semillar porque aumentan su dureza y se lignifican”.
En la etapa reproductiva, los niveles de proteínas y energía del pasto disminuyen, mientras que aumenta la lignificación de los tallos. Esto hace que el forraje sea menos digestible y menos atractivo para los animales.
Según Arenas Ovalle, “cuando se dejan semillar los pastos, aumenta la cantidad de fibra no digestible, además de bajar los niveles de proteínas y minerales porque todo el proceso se concentra en hacer funcionar la producción de semillas”.
Esto quiere decir que los tallos se vuelven más duros y fibrosos, lo que dificulta la ingestión por parte del ganado y reduce su consumo voluntario. (Lea en CONtexto ganadero: ¿Cuál es la altura de la planta al primer pastoreo?)
A esto hay que sumarle que dejar que los pastos semillen puede comprometer la capacidad de rebrote, debido a que la planta agota sus reservas energéticas en la producción de semillas. Esto afecta negativamente la productividad del pasto a largo plazo.
Después de producir semillas, la planta tarda más tiempo en recuperar su vigor, lo que reduce la disponibilidad de forraje durante períodos críticos. Además, la pérdida de densidad del pasto favorece la aparición de malezas y la erosión del suelo.
El profesional asegura que la clave para mantener la productividad y calidad de los pastos radica en realizar un manejo oportuno, evitando que lleguen a la etapa de producción de semillas. Esto se puede lograr implementando pastoreo rotativos o controlados para garantizar que los pastos sean consumidos antes de que alcancen la madurez reproductiva.
La altura ideal de pastoreo varían según la especie, pero en general, se recomienda iniciar el pastoreo cuando el pasto tiene una altura de crecimiento óptimo para garantizar su calidad y detenerlo antes de que la planta sea sobre pastoreada. (Lea en CONtexto ganadero: La medida óptima de la altura del pasto es de 20 cm al meter el ganado al potrero)
“Cada pasto tiene una altura diferente, tanto al inicio del pastoreo como en la salida de los animales para que no se sobrepastoree. Lo recomendable es sacar a los bovinos del potrero cuando el pasto tenga entre 15 y 30 centímetros, dependiendo del tipo de pasto. Lo cual no es perder, sino excederse en pastoreo para que la recuperación sea más rápida”, remató el experto.