El ingeniero Juan Fernando Valero reveló cuáles son los errores más costosos, y poco conocidos, en la siembra, manejo y corte del maíz forrajero. Técnicas específicas como densidad de semillas, momento preciso de corte y estructuras foliares pueden aumentar rentabilidad, mejorar nutrición animal y reducir pérdidas.
En muchos rincones del país, los productores se enfrentan a la pregunta: ¿por qué muchas de sus cosechas de maíz forrajero no alcanzan su potencial de calidad?
Juan Fernando Valero, ingeniero de producción formado en EAFIT Medellín y Magíster en Agricultural Sciences de la Universidad de Lincoln (Nueva Zelanda), identificó que decisiones sencillas pero técnicas, como cuántas semillas usar, cómo espaciar las hileras o cuándo hacer el corte, están marcando la diferencia entre un forraje promedio y uno óptimo.
Valero advirtió que no aplicar estas buenas prácticas representa pérdidas económicas, de nutrición para el ganado y de eficiencia, que pueden reflejarse en menor rumia y menos litros de leche por kilo de alimento.
En ese orden de ideas, el profesional explicó que en Colombia se ha vuelto común sembrar 7 semillas por hilera en distintos materiales, incluso donde no hay picadoras de alto rendimiento ni procesamiento de grano.
Según el experto, esa práctica “es como pegarse un tiro en el pie”, pues el exceso se vuelve contraproducente porque el material no está estructurado para soportarlo, lo cual genera que la planta sufra déficits en tallo, luz y hoja.
Cuando se siembra a 60 centímetros, la cantidad de grano por metro lineal debe disminuirse; si no, el cultivo queda muy denso, con menor penetración de luz. En contraste, el uso de doble surco a 80 centímetros mejora la distribución espacial, permite hojas más anchas y mayor área foliar por hectárea, lo cual favorece la fotosíntesis activa y una planta más fuerte.
Estructura planta-hoja-mazorca
Entender que la hoja, el tallo y la mazorca no pesan lo mismo ni tienen la misma función es fundamental en el proceso con el maíz. (Lea en CONtexto ganadero: Así se pierde dinero y energía a la hora de ensilar maíz sin que usted se dé cuenta)
En ese sentido, Valero señaló que la mazorca debe representar mínimo 45 % del peso total de la planta al momento de corte para asegurar buen contenido energético. El tallo debe ser resistente pero no excesivamente grueso, o se sacrifica calidad.
Además, los valores de digestibilidad importan mucho, pues la materia sin capacho tiene digestibilidad entre 85 y 92 %, mientras que el capacho aporta fibra efectiva con disponibilidad entre 45 y 50 %. La hoja, aunque altamente digestible, constituye solo entre 18 y 25 % del peso total.
Es por eso que homogenizar la germinación, procurar un crecimiento uniforme y hacer los ensayos de peso de hoja, tallo y mazorca tienen consecuencias directas sobre la calidad del forraje y sobre su capacidad de generar energía real al ganado.
Cuando se siembra a 60 centímetros, la cantidad de grano por metro lineal debe disminuirse; si no, el cultivo queda muy denso, con menor penetración de luz. Foto: agroptima.com
Momento de corte
Valero recomendó observar hasta cuatro estados de madurez en la mazorca, desde cuarto de línea de leche, media línea y tres cuartos, verificando almidón consolidado y densidad de materia seca.
Para productores en la Costa Caribe, un seguimiento a los 70 días tras siembra, si se ha tenido buen riego y manejo, puede indicar que el cultivo está entre media línea de leche y tres cuartos, ideal para cortar.
Los parámetros clave en ese momento son la materia seca superior al 30 %, la fibra detergente neutra (FDN) arriba del 50‑55 %, la fibra detergente ácida (FDA) sobre 28‑30 %, sin pérdida por excesiva humedad que genere lixiviación, ablandamiento o fermentaciones indeseadas.
Hay que destacar que un error de uno a dos días puede significar pérdida de materia seca por lote y, por lo tanto, menos litros de leche por tonelada de forraje.
Nutrición, genética y sostenibilidad
Para Valero este punto es fundamental, porque no basta sembrar, sino que hay que elegir materiales que tengan potencial de fibra, almidones y hojas anchas que trasladen nutrientes. El experto mencionó que el nitrógeno es el nutriente más importante, pero debe aplicarse en los momentos adecuados.
Para ser más exactos, hay que saber que por cada 22 kilos de nitrógeno aplicados correctamente, puede lograrse una tonelada de grano extra. (Lea en CONtexto ganadero: "El arte de ensilar": el libro que reúne años de trabajo para enseñar a hacer silos rentables)
Además, es crucial preservar la inocuidad con silos bien construidos, evitar micotoxinas, controlar humedad y fermentaciones. Un silo mal hecho puede provocar abortos en hembras, daño renal, pérdidas de animales, concluyó Valero.