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Este campesino recibió una vaca preñada y 11 años después convirtió esta donación en un legado

Melanny Orozco 07 de Octubre 2025
Libardo Parra, otro caso de éxito de FundagánFoto: FundagánLibardo Parra, campesino de Barichara, Santander, junto a descendientes de la vaca “Fortuna”, con la que inició su hato familiar gracias al programa Una Vaca por la Paz.

Libardo Parra logró construir un pequeño hato que le permite sostener a su familia, mostrando cómo la entrega de un animal puede convertirse en motor de estabilidad, arraigo y esperanza para una familia. Su historia, como la de cientos de beneficiarios del programa Una Vaca por la Paz, es testimonio del poder transformador de la solidaridad rural.


Cuando Libardo Parra recibió su primera vaca en diciembre de 2014, no imaginaba que ese regalo sería la raíz de una historia de crecimiento, estabilidad y amor por el campo. En la vereda Salitre, en el municipio de Barichara, Santander, este campesino es hoy uno de los ejemplos más claros del impacto que puede tener un acto de generosidad en una familia rural.

Todo comenzó con una vaca de siete meses de preñez. Era el 20 de diciembre cuando Libardo, beneficiario del programa, la recibió en la finca Montesitos. Decidió llamarla Fortuna, porque, como él mismo dice, “era un afortunado que me hubieran dado la vaca”.

Con esa primera cría llegaron también nuevas esperanzas. Hoy, once años después, ha logrado obtener nueve crías en total y conserva descendencia directa de Fortuna, más específicamente una hija y una nieta que siguen siendo parte esencial de su sustento diario.

El caso de Libardo Parra demuestra cómo una sola vaca, bien cuidada y valorada, puede representar un cambio profundo en la economía familiar campesina. (Lea en CONtexto ganadero: Así luchan los ganaderos por la paz: con las vacas como su poderosa herramienta)

Más allá de la leche, los ingresos o el crecimiento del hato, hay un valor emocional y simbólico que reafirma el sentido de pertenencia a la tierra y el deseo de conservarla.


Más que un programa ganadero


El programa Una Vaca por la Paz nació con el objetivo de brindar a familias campesinas afectadas por el conflicto o en situación de vulnerabilidad una herramienta real para reconstruir su vida desde el campo.

Lejos de ser una ayuda temporal, este programa plantea una solución sostenible, con impactos a largo plazo en seguridad alimentaria, arraigo territorial y economía rural.

Para Parra, la experiencia ha sido profundamente transformadora, pues “esa vaca me ha ayudado a tener muchos beneficios, tanto para la familia, como económicamente, ha sido una historia muy bonita”.

Su historia evidencia cómo el acceso a recursos productivos puede generar bienestar tangible, especialmente en zonas donde las oportunidades suelen escasear.

Sin embargo, no todos los campesinos han tenido la misma suerte. Es por esto que Parra expuso que es importante que “sigamos apoyando a Fedegán y Fundagán, donándoles vacas para que ellos nos den a personas que necesiten una vaca”.

Su llamado es honesto, porque sabe que detrás de cada entrega hay una familia esperando escribir su propia historia de progreso. (Lea en CONtexto ganadero: “Nunca pensé que una vaca me fuera a cambiar tanto la vida": historia de una madre campesina en Meta)


Encuentro de solidaridad


Por eso, la próxima V Gran Cena Gourmet, que se celebrará este 6 de noviembre en el Club El Nogal, un encuentro clave para el futuro. Es una oportunidad concreta para sumarse a esta cadena de solidaridad rural, ya que cada donación, cada vaca entregada, es una semilla de futuro sembrada en el campo colombiano.

Finalmente, el programa Una Vaca por la Paz no solo ha fortalecido pequeños hatos ganaderos. Ha devuelto esperanza, ha reconstruido la confianza en las instituciones y ha generado sentido de comunidad.


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