Un productor acusa al gobierno de usar la emergencia de La Mojana para desviar recursos públicos y renuncia a esperar soluciones mientras la crisis ambiental continúa y la producción agropecuaria se desploma. El futuro de la región queda a merced de las elecciones presidenciales y la posibilidad de un cambio político.
En La Mojana, desde inicios de las últimas temporadas de inundaciones hasta hoy, ganaderos y productores han visto cómo el agua no solo cubre sus tierras, sino también la promesa de apoyo institucional. (Lea en CONtexto ganadero: La Mojana se cansó de esperar soluciones: “Estamos resignados a que se acabe este gobierno”)
Así lo declaró Darinel Regino, profesional y ganadero de Nueva Esperanza, en el municipio de Guaranda (Sucre), quien señaló que la inacción del Gobierno ha dejado a la región sumida en una tragedia que va más allá de la pérdida de hectáreas, es un abandono sistemático que amenaza la supervivencia del sector ganadero y productivo del territorio.
Las explosivas declaraciones de Regino reflejan la frustración de muchos en La Mojana. “Ya nosotros nos hemos concientizado de que en este gobierno no se va a cerrar Caregato”, afirmó, aludiendo a la incapacidad estatal para resolver la emergencia hídrica que mantiene inundadas miles de hectáreas.
Su voz es la de alguien que ha visto su ganadería, sus cultivos y la vida de su comunidad perjudicados por decisiones políticas o la ausencia de ellas.
El impacto económico en el sector ganadero es tangible con censos animales que disminuyen, tierras de pastoreo inutilizables y pérdidas acumuladas por falta de intervención estatal. En una región donde la ganadería representa no solo una forma de vida sino una parte esencial de la economía local, la inacción se traduce en menor producción, menores ingresos y mayor incertidumbre.
Corrupción y recursos faltantes
Uno de los puntos más duros de la crítica se centra en el llamado Canal de la Esperanza, una obra destinada a mitigar las inundaciones. Regino sostuvo que su comunidad advirtió sobre irregularidades, algo que hoy parece cobrar sentido a la luz de una denuncia reciente interpuesta por la directora del Departamento Administrativo de la Presidencia de la República (Dapre) contra el director de la UNGRD, Carlos Carrillo, en relación con los recursos asignados a varios proyectos como el Fondo de Adaptación.
Según el ganadero, “advertimos que se iban a robar los 17.000 millones de pesos en el Canal de la Esperanza”, una acusación grave que pone en entredicho la gestión de fondos públicos destinados a salvar vidas y economías. (Lea en CONtexto ganadero: ¿Por qué en La Mojana el ganadero no puede planificar y vive al vaivén del río Cauca?)
Para muchos productores, la obra nunca cumplió con su objetivo y se convirtió en símbolo de un fracaso institucional que, más que resolver la crisis, profundizó la desconfianza hacia las autoridades. La percepción de que la emergencia fue utilizada para obtener recursos ha generado un sentimiento de traición indescriptible entre los afectados.
Resignación y desesperanza
Más allá de la denuncia, la postura de Regino trasluce resignación y una mirada puesta en el futuro político del país. Su argumento central es que la suerte de La Mojana está ligada a las próximas elecciones presidenciales.
En sus palabras, “si este gobierno elige presidente, son cuatro años más inundados; y si no, tenemos la posibilidad de que nos cierren a Caregato”. Lo anterior refleja la profunda polarización y la expectativa de que un cambio de liderazgo pueda significar finalmente la atención que La Mojana ha esperado por tanto tiempo.
Esta mezcla de desesperanza y esperanza resume la dualidad del sentir de los ganaderos, pues por un lado, el dolor de la pérdida y el abandono; por otro, la posibilidad de que una nueva administración pueda encender de nuevo la esperanza de recuperación productiva y ambiental.
Hoy, La Mojana sigue inundada. La ganadería, uno de los pilares de su economía, sufre las consecuencias de la inacción del Gobierno Nacional. El clamor de sus habitantes, representado por voces como la de Darinel Regino, no solo denuncia negligencia y mala gestión, sino que pide a gritos un compromiso real con la tierra, el agua, el trabajo y la dignidad de quienes luchan por mantener viva una región históricamente golpeada por las aguas y, ahora, por la política.



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