Las regiones del San Jorge y La Mojana enfrentan una crisis que amenaza con extinguir siglos de tradición ganadera. La falta de obras de mitigación, la variabilidad del río Cauca y el colapso de los precios de la leche han dejado al sector al borde del colapso.
En esta región el panorama es cada vez más desolador. La ausencia de acciones concretas para el cierre del canal de Caregato ha intensificado la crisis porque los ganaderos han perdido más del 40 % de su hato.
Según Darinel Regino Ricardo, profesional y productor de la región, el número de animales ha caído de casi 490.000 cabezas al 60 % de esa población.
Además, la tierra que antes era fértil y productiva, hoy está bajo el agua. Las inundaciones constantes han desplazado al ganado, destruido las pasturas y convertido extensas hectáreas en terrenos improductivos.
La dinámica del río Cauca ha generado que sea el único programador de las actividades ganaderas. Si sube, se inundan; si baja, retroceden. Esta inestabilidad impide la planificación tanto en época de lluvias como en verano.
Los productores trabajan a la deriva, sin posibilidad de establecer ciclos de producción estables. En palabras de Regino Ricardo, “estamos a disposición del río Cauca”. (Lea en CONtexto ganadero: ¡Drama sin fin! Más de 100.000 reses son evacuadas de La Mojana por inundaciones)
Esta incertidumbre limita no solo la producción de carne y leche, sino también la capacidad de generar empleo, alimentar al país y sostener las economías locales.
La planificación, una herramienta esencial en cualquier sistema productivo, se ha vuelto un lujo inalcanzable para los ganaderos de La Mojana. La imprevisibilidad del comportamiento del río Cauca ha forzado al gremio a operar bajo una lógica de sobrevivencia diaria, sin margen para pensar a mediano o largo plazo.
Para los productores no hay calendarios de siembra de pastos, ni proyecciones de reproducción o engorde, pues cada decisión depende del nivel del agua. Esta realidad no solo dificulta la sostenibilidad del negocio, sino que genera incertidumbre constante en las familias, pues no tienen garantizado ningún tipo de rendimiento productivo.
Las inundaciones constantes han desplazado al ganado, destruido las pasturas y convertido extensas hectáreas en terrenos improductivos. Foto: Cortesía
El mercado lechero
El último bastión económico del sector, la venta de leche, también se ha visto fuertemente afectado. En La Mojana, el litro de leche se paga a tan solo $1.200, una cifra que no cubre ni los costos de producción.
Esta caída de los precios impacta directamente en las familias campesinas, que ya enfrentan costos elevados en insumos, transporte y manejo sanitario del ganado en condiciones adversas.
De acuerdo con Regino Ricardo, “no solamente se tiene ganadería para ganar plata, se tiene ganadería porque hace parte de la cultura”.
Para la población de la región, la tradición ganadera se transmite de generación en generación. Por eso, a pesar del abandono estatal y las adversidades naturales, los productores siguen resistiendo.
Sin apoyo institucional
Uno de los puntos más críticos es la ausencia de programas oficiales para mitigar los efectos de Caregato. Además, no existen proyectos en marcha para prevenir futuras inundaciones ni para apoyar a los productores en la recuperación de tierras.
Los ganaderos sienten que están solos, a merced de un sistema político que no los ve ni los escucha. “No tenemos ningún programa relacionado con el cierre de Caregato”, expuso Regino Ricardo.
Sin embargo, en medio del abandono y la pérdida, aún queda espacio para la esperanza. Los ganaderos confían en que un cambio de gobierno pueda traer consigo políticas que prioricen al campo. (Lea en CONtexto ganadero: Ganaderos responsabilizan al Gobierno por crisis en La Mojana)
Regino Ricardo destacó que, “tenemos la fe y la esperanza de que muy pronto haya solución”. Con el calendario electoral en marcha, las comunidades rurales ven una oportunidad para que su voz finalmente sea escuchada.