En los últimos dos meses, el hurto de ganado y el sacrificio clandestino de reses regresó con fuerza en este departamento, afectando no solo la economía del sector ganadero, sino también la salud pública y la seguridad alimentaria. La falta de frigoríficos, la ausencia de control estatal y el miedo a denunciar agravan una crisis que ya es insostenible para muchos productores.
El carneo y el abigeato han regresado con fuerza a La Guajira. Así lo denuncia Yasid Pushaina, miembro de la junta directiva de Fedegán por el departamento, quien advierte que en los últimos dos meses se ha registrado un alarmante incremento de estos delitos, afectando fincas en municipios como San Juan del Cesar, Distracción y Riohacha.
Aunque no hay cifras oficiales disponibles por la baja denuncia, los testimonios se multiplican, ganaderos que pierden hasta tres animales en una noche, carne que desaparece sin dejar rastro, y comunidades que viven con miedo.
A esta situación se suma una crisis estructural, pues en la mayoría del departamento no existen frigoríficos ni plantas de beneficio animal. La carne sacrificada ilegalmente se vende sin control sanitario en mercados locales, lo que representa un riesgo directo para la salud de los consumidores.
Según Pushaina, solo Villanueva, Fonseca y Riohacha cuentan con instalaciones mínimamente adecuadas. En el resto del territorio, los animales son sacrificados en patios, planchones y orillas de caminos.
Los ganaderos no solo enfrentan el riesgo de perder sus animales, sino también la falta de herramientas efectivas para protegerlos. (Lea en CONtexto ganadero: El abigeato le ha costado $560.000 millones a los ganaderos colombianos)
“Lo que están haciendo es encerrar a los animales, instalar cámaras y montar guardias con los mismos trabajadores. No hay más opción”, manifestó Pushaina..
El problema, según explicó, es que las bandas que operan no son fácilmente identificables ni dejan rastro. “Son cuatreros, bandidos dueños de lo ajeno”, aseguró.
Desde Fedegán se ha alertado a las autoridades en múltiples comités y reuniones, pero los operativos de patrullaje son esporádicos. La falta de pruebas impide capturas efectivas, y la impunidad desanima a los afectados a presentar denuncias formales.
“Cuando no los cogen en flagrancia, los sueltan. Y la gente tiene miedo, porque no pasa nada y se pueden meter en problemas”, expuso el dirigente. (Lea en CONtexto ganadero: ¡Basta de abigeato!: Ganaderos y autoridades en pie de lucha)
Bomba sanitaria
La circulación de carne ilegal, sin refrigeración ni controles sanitarios, es el eslabón más preocupante de este fenómeno, pues no solo implica pérdidas económicas, sino que representa un riesgo directo para los consumidores. Enfermedades zoonóticas, contaminación cruzada y pérdida de trazabilidad son solo algunas de las consecuencias.
La Guajira necesita con urgencia inversión en frigoríficos, campañas de denuncia, control sanitario y presencia efectiva del Estado. De lo contrario, como dice Pushaina, “no hay negocio que aguante, y así nunca seremos competitivos”.