Mientras las estadísticas oficiales hablan de bajos índices de criminalidad, ganaderos de este departamento viven una realidad distinta. El miedo, la impunidad y el silencio se imponen en el campo. Un informe de Fedegán reveló los municipios más golpeados y delitos que siguen afectando la economía rural en una de las zonas más productivas del país.
Ovejas, Guaranda, San Onofre, La Unión y San Pedro encabezan la lista de municipios donde el delito ha echado raíces profundas, dejando a los ganaderos en una lucha desigual por proteger su patrimonio y su tranquilidad.
En las sábanas de Sucre, la inseguridad se ha convertido en un enemigo silencioso pero constante. Aunque el 99,3 % de los 20.693 encuestados afirma no haber sido víctima directa de un delito, la cifra esconde una verdad alarmante: la mayoría de los delitos no se denuncian.
Los campesinos tienen miedo y callan porque sienten que nadie los respalda. La denuncia es una parte que muchas veces solo conduce a represalias. (Lea en CONtexto ganadero: "¿Dónde está el gobierno?": En Sucre productores piden auxilio y nadie responde)
El general (r) Fernando Murillo, líder de los Frentes Solidarios de Seguridad y Paz (FSSP), explicó que los delitos más frecuentes son el hurto, la extorsión y el abigeato, en ese orden. Los productores aseguran que primero les roban, luego los extorsionan, y cuando no pueden pagar, les roban el ganado.
Según el informe elaborado por la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán) aplicado en todo el departamento, el hurto es el delito que más se resalta con 62 casos registrados. Sin embargo, la realidad es que esta cifra es solo la punta del iceberg.
De acuerdo con el general Murillo, “Sucre es uno de los departamentos donde más hechos delictivos ocurren contra los ganaderos, pero casi nunca se denuncian”.
Los municipios de Ovejas, Guaranda, San Onofre, La Unión y San Pedro son los más afectados. Todos ellos comparten una geografía rural, con escasa presencia estatal, precaria infraestructura y, en muchos casos, control de actores armados ilegales o bandas delincuenciales.
El impacto de esta situación no es solo social, sino económico. La inseguridad ha elevado los costos de producción, pues los ganaderos deben invertir en vigilancia privada, medidas de seguridad, y muchas veces en pagar extorsiones para evitar mayores pérdidas.
Esto significa que se encarece todo. Desde el litro de leche hasta el kilo de carne. Y al final, los más golpeados son los productores pequeños, porque la rentabilidad se les va abajo y lo que ganan tienen que gastárselo para sobrevivir. (Lea en CONtexto ganadero: Ganaderos de Sucre: solos y a expensas de la delincuencia)
Finalmente, la sensación de abandono estatal es generalizada entre los habitantes rurales, quienes aseguran que las autoridades llegan tarde o simplemente no llegan, siendo esa una de las razones por las cuales no se hacen las denuncias ante los delitos cometidos.